Tema: Leamos la BIBLIA
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PENTECOSTÉS
PRESENCIA PUBLICA DE LA IGLESIA
Todo está por completar.
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aliento que insufla vida y la paz son gestos que aparecen desde los
comienzos de la Biblia, en representación de Dios, que busca la plenitud
del hombre y su desarrollo en libertad.
Consecuencia del mal uso de esa libertad es el estropicio que los
hombres hemos hecho del mundo, fruto del egoísmo y las profundas
injusticias.
Jesús ha venido a sacarnos de esa postración, que atenta contra el
proyecto inicial de Dios, y se ha ofrecido a sí mismo para salvarnos.
Este es el sentido de su misión, que no acaba con su muerte y
resurrección, sino que comienza desde sus seguidores, encargados de
llevar adelante su obra. La comunidad de creyentes- lo que llamamos
Iglesia- se investirá desde el principio con la fuerza del Espíritu que
Jesús prometió, que acompañará a los hombres y les guiará en libertad
hasta el fin de los tiempos.
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No podemos quedarnos cruzados de brazos, esperando que el Reino de Dios descienda como algo prefabricado o pagado a plazos.
Los discípulos comprendieron el día de Pentecostés que debían cambiar y
construir el mundo, salir de su encierro de miedo e incertidumbre y
lanzarse a su conquista, con la más valiosa de todas las “armas”, la
fuerza de Jesús.
Desde entonces proclamarán sin descanso la esperanza firme de que Jesús
vive y está presente entre los hombre. Y lo celebrarán en los grandes
acontecimientos de su vida, que compartirán en el ágape eucarístico.
Ya no habrá obstáculo humano que pueda parar la irrupción evangélica.
La Iglesia.
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es el día de la Iglesia, la comunidad nacida de la predicación de
Jesús, que a lo largo de más de dos milenios de historia ha acompañada a
los hombres, envueltos en sus luces y en sus sombras, como testigo
directo de la presencia salvadora de Jesús.
Si analizamos la realidad de la Iglesia que vivimos en España, quizás
nos tengamos que llevar las manos a la cabeza y asombrarnos de las
barbaridades que proferimos con nuestros labios y a través de nuestras
actitudes.
La imagen pública de la Iglesia en España que reflejan los medios de
comunicación, deja mucho que desear. Todos lo sabemos. Hay silencios
sospechosos que distorsionan la verdadera imagen de lo cristiano y la
polarizan en lo negativo y en los sesgadamente “oficial”. Existe una
religiosidad muy superficial y una ignorancia culpable de lo que ha sido
y es la Iglesia en el mundo.
El abismo que se ha abierto entre clérigos y laicos, jerarquía y fieles,
es responsable de que los medios hablen de la Iglesia de modo
peyorativo.
Y no basta con descargar las responsabilidades en los clérigos, y eximir de las mismas. A las asociaciones religiosas de laicos.
Habrá que preguntarse a qué responde tanto insulto gratuito y tanta desvergüenza en la [img]https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgOOnkTndPBDAEXLazbziEHplX0usq_KnsNPZQfaMo5343lFqzwSd4dBwuqGBzyxsvOa2YWimw9y4gy-lKlTqfwoYXlftKv_CVU5mF57gfUUsB5vI-EX-1gM-ipuZ-rXfm7nT_uHwwhsAff/s200/163+HomilÃ*a+23-05-10+-+5.jpg[/img]calumnia sistemática y malintencionada.
Por otra parte sigue pesando el lastre de la dolorosa herencia del
“nacional catolicismo” y de los slogan que gratuitamente proferimos por
la calle: “con la Iglesia hemos topado”.
Con todo ello ha ido creciendo un ambiente manifiestamente hostil, bajo
el pretexto de laicidad, imparcialidad, progresismo... que afecta a la
escuela y a la mayor parte de las instituciones, contaminadas por los
tópicos al uso, en una sociedad, mimetista y farisaica, donde se permite
sin rubor exhibir “piercing” en la oreja, en el ombligo o en la nariz y
se vetan los crucifijos o símbolos religiosos. Libertad y comprensión
para unos; dictadura e incomprensión para otros.
No es lo mismo un estado laico, aconfesional, pero respetuoso con la
religión y la cultura, que una actitud laicista y hostil, que pretende
ignorarla y eliminarla de la vida pública, reduciéndola al ámbito de la
privacidad.
Ya va siendo hora que pongamos la realidad en su sitio y, sin protagonismos por parte de nadie o [img]https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXIRjiMBMit-aAS_cZi2PP7SZc-NOJRxj3IBnNy3QUvGwOBA7ZmvWRuaE-RAuTVf-iSAlHuxtp0CLaGE4e5VwipcjZMRqQ2p3v5Z7cI2oaXEvZB7Wd-2rJCftcmQhiEanMcrTdFO37C2qI/s200/162+HomilÃ*a+23-05-10+-+4.JPG[/img]demagogias baratas, reconocer la luz que resplandece sobradamente por encima de las sombras. Quizás hoy más que nunca.
A pesar de orquestadas campañas en su contra, la Iglesia sigue siendo en
España el último y el primer reducto al que se acogen los pobres y
donde acuden, incluso los denostadores de su imagen. Echemos un vistazo a
nuestras parroquias, a los centros de mayores sin recursos, la
asistencia a los enfermos, emigrantes, perseguidos...
La Iglesia siempre es la primera en ofrecer ayuda altruista a los
necesitados y la última que recibe apoyo, comprensión y subvención con
el dinero público. Algo que se facilita con generosidad a instituciones
de dudosa moralidad.
Hay injusticias que claman al cielo.
Nuevo Pentecostés.
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un nuevo Pentecostés que despierte nuestras conciencias y nos abra a la
sabiduría, a la bondad, al temor de Dios, al amor...
Debemos estar atentos a los signos de los tiempos y ser dóciles al soplo
del Espíritu que sigue presente en su Iglesia. Atisbo cada vez más el
papel de los laicos en la misma como poseedores del mismo Espíritu e
impulsores de una renovación profunda que empape la sociedad en la que
vivimos con un talante de esperanza e inquietud por la transformación de
las personas.
De esta manera, cuando el verdadero protagonista de la Iglesia sea el pueblo de Dios, su imagen será más auténtica y visible.
La fuerza del Espíritu.
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en el Espíritu, capaz de sembrar en la esterilidad y resucitar lo que
está muerto, como rezamos en la bellísima secuencia de la Eucaristía.
Juan XXIII calificó el Concilio Vaticano II por él convocado como “nueva primavera de la Iglesia”.
Pronzato dice que el “día de Pentecostés nació, no la Iglesias de las respuestas, sino la Iglesia que suscita preguntas”.
Hay una Iglesia, como estructura y organización, y la Iglesia formada
por personas con distintos dones, servicios y carismas, llena de
vitalidad y abierta a nuevos caminos.
En este último ámbito, yo, cristiano practicante, he de plantearme cuál
es mi papel creyente, el don que poseo y mi misión en la vida.
Porque son estas cualidades, personales y únicas, las que deben estar en el centro de mi misión en la vida...
Hemos nacido, por singular gracia de Dios, “como criaturas originales,
no copias”, (en palabras de Javier Gafo), para contribuir con nuestro
esfuerzo a impulsar una nueva humanidad.
Nos aguardan tiempos difíciles por causa de la recesión económica mundial y de la mala gestión de nuestros gobernantes.
La subida de impuestos, la rebaja de salarios a los funcionarios y
pensionistas y la destrucción continúa de empleo, nos obligará a
apretarnos el cinturón y demostrar hasta dónde llega nuestra solidaridad
y nuestras auténticas convicciones cristianas.
Pidamos al Espíritu que:
“no deje de realizar hoy en el
corazón de los fieles aquellas mismas maravillas que obró en los
comienzos de la predicación apostólica,... para que nos lleve al
conocimiento pleno de la verdad revelada”
El milagro de Calanda
Finales
de julio de 1637. Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda (Teruel)
tuvo un accidente durante su trabajo. Cayó al suelo y le pasó por encima
de la pierna derecha una de las ruedas del Carro de su tío
rompiéndosela más o menos a la altura del tobillo. Le llevaron al
hospital de Valencia y, al ver que cada vez empeoraba más, lo
trasladaron a Zaragoza donde llegó a primeros de octubre, con mucha
fiebre y la pierna totalmente gangrenada. Antes de ingresar en el
hospital fue a la iglesia del Pilar, donde se confesó y comulgó.
Ya en el hospital, viendo los médicos que la pierna no tenía curación
decidieron cortarla cuatro dedos por debajo de la rodilla. Se la serraron
sin más anestesia que una bebida bien cargada de alcohol mientras él se
encomendaba a la Virgen del Pilar. Después de la operación, dos médicos
enterraron la pierna en el cementerio del hospital.
Cuando se repuso de la operación, pasó dos años y medio pidiendo limosna
en la puerta del Pilar y durmiendo en una posada o en los bancos del
hospital. Regresó a Calanda. Una noche soñó que se untaba el muñón con
el aceite de la lámpara de la iglesia del Pilar. Al entrar sus padres en
la habitación notaron una extraña fragancia; la madre
se aproximó con el candil a su hijo y vio que le salían de entre las
sábanas no una sino las dos piernas. Era su misma pierna amputada: con
antiguas cicatrices de niño y la lesión cerca de tobillo que le hizo el
carro cuando le pasó por encima. Además se comprobó que la pierna
enterrada en el cementerio del hospital no estaba. Todo el pueblo fue
testigo del milagro y el párroco celebró una misa en acción de gracias.
¡Qué grande eres, Madre mía! No necesito ver milagros, porque ya has
hecho miles. Pero sí necesito que aumentes mí fe cada día, hasta tenerla
tan grande como la tuya. ¡Creo, Madre, pero haz que crea más y más!
BUENOS DÍAS:
Meditación de hoy.
No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; creéis en él, y os alegráis con un gozo inefable
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran
misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos,
nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia
incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La
fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a
manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento
tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de
vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo
aquilatan a fuego-llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se
manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo
veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y
transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia
salvación.
Vende lo que tienes y sígueme
En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno
corriendo, se arrodilló y le preguntó: -«Maestro bueno, ¿qué haré para
heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: -« ¿Por qué me llamas bueno?
No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás,
no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no
estafarás, honra a tu padre y a tu madre.» Él replicó: -«Maestro, todo
eso lo he cumplido desde pequeño.» Jesús se le quedó mirando con cariño y
le dijo: -«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero
a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A
estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy
rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -«¡ Qué difícil
les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! » Los discípulos se
extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -«Hijos, ¡qué difícil les
es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero!
Más fácil le es a un camello pasar por todo.» el ojo de una aguja, que a
un rico entrar en el reino de Dios.» Ellos se espantaron y comentaban:
-«Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les
dijo: -«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede
Palabra del Señor.
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La señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón
haber pecado, porque he merecido el Infierno y perdido el Cielo, y sobre
todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita a quien yo amo
sobre todas las cosas.
Propongo firmemente con tu gracia no volver a pecar, evitar las
ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia.
Confío me perdonarás por tu infinita misericordia.
Amén
EL Credo
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible.
Creo en un Solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho.
El cual por nosotros los hombres, bajó del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de maría la Virgen, y se hizo hombre; y por
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria para juzgar vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y
del Hijo que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén
"Pasado el sábado, al rayar el alba, el primer
día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el
sepulcro. De pronto hubo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó
del cielo, se acercó, hizo rodar la losa del sepulcro y se sentó en
ella. Su aspecto era como un rayo, y su vestido blanco como la nieve.
Los guardias temblaron de miedo y se quedaron como muertos. Pero el
ángel, dirigiéndose a las mujeres, les dijo: «No temáis; sé que buscáis a
Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como dijo. Venid,
ved el sitio donde estaba. Id enseguida a decir a sus discípulos: Ha
resucitado de entre los muertos y va delante de vosotros a Galilea. Allí
le veréis. Ya os lo he dicho»". (Mateo 28,1-7)
Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en
la tentación y líbranos del mal. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
[img]https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_PJ17bVhklyMuB8AaEJGShHExCe7uUcU6vwalIQn9_2rEJpS3EDc3XeZ_Y1UfaARp0ibgo6QkP786pHLYCk-Z_OyY8LHc_0h2LG0nbp6YYmZuPw9MKq0aXKwIUezMfey4HwZlGlVVuTeO/s400/AvemarÃ*a.png[/img]Dios te salve,
María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Sea,
pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos.
Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce ¡Virgen María! Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo.
Amen.
BUENOS DÍAS:
Meditación de hoy.
Predecían la gracia destinada a vosotros; por eso, controlaos bien, estando a la expectativa
Queridos hermanos: La salvación fue el tema que investigaron y
escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a
vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por
anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos
indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu.
Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino
para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os
han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo.
Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente
preparados para la acción, controlándoos bien, a la expectativa del don
que os va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no
os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra
ignorancia. El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros
santos en toda vuestra conducta, porque dice la Escritura: «Seréis
santos, porque yo soy santo.»
Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: -«Ya ves que nosotros lo
hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: -«Os aseguro que
quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o
tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien
veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con
persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán
últimos, y muchos últimos primeros.»
Palabra del Señor.
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La señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón
haber pecado, porque he merecido el Infierno y perdido el Cielo, y sobre
todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita a quien yo amo
sobre todas las cosas.
Propongo firmemente con tu gracia no volver a pecar, evitar las
ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia.
Confío me perdonarás por tu infinita misericordia.
Amén
EL Credo
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible.
Creo en un Solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho.
El cual por nosotros los hombres, bajó del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de maría la Virgen, y se hizo hombre; y por
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria para juzgar vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y
del Hijo que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén
"Los sacó hasta cerca de Betania. Levantó las
manos y los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos y subió
al cielo". (Lucas 24,50-51)
"Jesús, el Señor, después de haber hablado con ellos, subió al cielo y se sentó a la diestra de Dios". (Marcos 16,19)
Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en
la tentación y líbranos del mal. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Sea,
pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos.
Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce ¡Virgen María! Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo.
Amen.
BUENOS DÍAS:
Meditación de hoy.
Os rescataron a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto
Queridos hermanos: Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder
inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o
plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni
mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final
de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que
lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto
en Dios vuestra fe y vuestra esperanza. Ahora que estáis purificados por
vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente
como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que
habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal,
por medio de la palabra de Dios viva y duradera, porque «toda carne es
hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se
cae; pero la palabra del Señor permanece para siempre.» Y esa palabra
es el Evangelio que os anunciamos
Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado
En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y
Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían
iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles
lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el
Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los
escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se
burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres
días resucitará.» Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan,
y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó: -« ¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron:
-«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu
izquierda. » Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de
beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con
que yo me voy a bautizar?» Contestaron: -«Lo somos.» Jesús les dijo:
-«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el
bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a
mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado. » Los otros
diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús,
reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes
de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros,
nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que
quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no
ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate
por todos. »
Palabra del Señor
<div align="justify">
La señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón
haber pecado, porque he merecido el Infierno y perdido el Cielo, y sobre
todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita a quien yo amo
sobre todas las cosas.
Propongo firmemente con tu gracia no volver a pecar, evitar las
ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia.
Confío me perdonarás por tu infinita misericordia.
Amén
EL Credo
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible.
Creo en un Solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho.
El cual por nosotros los hombres, bajó del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de maría la Virgen, y se hizo hombre; y por
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria para juzgar vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y
del Hijo que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén
"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos
juntos en el mismo lugar. De repente un ruido del cielo, como de viento
impetuoso, llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron como
lenguas de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en
lenguas extrañas, según el Espíritu Santo les movía a expresarse".
(Hechos 2,2-4)
Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en
la tentación y líbranos del mal. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Sea,
pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos.
Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce ¡Virgen María! Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo.
Amen.
BUENOS DÍAS:
Meditación de hoy.
Él fue traspasado por nuestras rebeliones
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se
espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenla aspecto
humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la
boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó
nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su
presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin
belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los
hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el
cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó
nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos
leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras
rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable
cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros
crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca;
como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los
malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido
crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el
sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia,
prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por
los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de
conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los
crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como
despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado
entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los
pecadores.
Esto es mi cuerpo. Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre
Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: -«He
deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de
padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se
cumpla en el reino de Dios.» Y, tomando una copa, pronunció la acción de
gracias y dijo: -«Tornad esto, repartidlo entre vosotros; porque os
digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el
reino de Dios.» Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo
partió y se lo dio, diciendo: -«Esto es mi cuerpo, que se entrega por
vosotros; haced esto en memoria mía.» Después de cenar, hizo lo mismo
con la copa, diciendo: -«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi
sangre, que se derrama por vosotros.»
Palabra del Señor.
<div align="justify">
La señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón
haber pecado, porque he merecido el Infierno y perdido el Cielo, y sobre
todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita a quien yo amo
sobre todas las cosas.
Propongo firmemente con tu gracia no volver a pecar, evitar las
ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia.
Confío me perdonarás por tu infinita misericordia.
Amén
EL Credo
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible e invisible.
Creo en un Solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho.
El cual por nosotros los hombres, bajó del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de maría la Virgen, y se hizo hombre; y por
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue
sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al
cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con
gloria para juzgar vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y
del Hijo que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén
El dogma de la Asunción fue proclamado por el
Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución
Munificentíssimus Deus: "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas
preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de
Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia;
para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado
y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y
para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro
Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con
la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente
revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María,
terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la
gloria del cielo".
Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en
la tentación y líbranos del mal. Amén.
[img]https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_PJ17bVhklyMuB8AaEJGShHExCe7uUcU6vwalIQn9_2rEJpS3EDc3XeZ_Y1UfaARp0ibgo6QkP786pHLYCk-Z_OyY8LHc_0h2LG0nbp6YYmZuPw9MKq0aXKwIUezMfey4HwZlGlVVuTeO/s400/AvemarÃ*a.png[/img]Dios te salve,
María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres,
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Sea,
pues, Señora, abogada nuestra: vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos.
Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce ¡Virgen María! Ruega por nosotros,
Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de las promesas de Nuestro
Señor Jesucristo.
Amen.
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