viernes, 10 de marzo de 2017

10. Bajo Roma

10. Bajo Roma





Bienvenido



Inscripciones
 
|  
Orientación 
Donar al seminario - su ofrenda hace
este ministerio posible


Seminario Reina Valera



Estudio Bíblico
Sinopsis A.T.
Sinopsis N.T.
Evangelismo
Misiones
Mundo Bíblico
Historia A.T.
Historia N.T.
Ministerio Pastoral
Formación Pastoral
Admin. Pastoral
Hermenéutica
Homilética
Oratoria
Educación Cristiana
Santidad Bíblica
Vida Espiritual
Consejería Pastoral
Consejería Cristiana
Teol. Sistemática 1
Teol. Sistemática 2
Vida de Jesucristo
Hechos Apostólicos
Historia Eclesiástica
Derechos Humanos



 
10. Bajo Roma



Mundo Bíblico
es

el estudio de la historia de la nación de Israel:
los patriarcas, el éxodo, la monarquía, el cisma, el exilio y el
destierro.

 El curso comienza con el mundo de
Abraham y da énfasis en las naciones que tuvieron influencia sobre el
pueblo hebreo: Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma. 
También se considera la geografía del medio-oriente y las costumbres
en los tiempos bíblicos. 

horizontal rule
10. Judá bajo
Roma

Juan Manuel Martín-Moreno


A. Pompeyo en
Jerusalén
Como ya recordamos, en el año 63
a.C. Pompeyo había tomado Jerusalén, sometiendo la Judea a Roma;
destronó a Aristóbulo II y nombró gobernador a Antípatro y sumo
sacerdote a Hircano II. Pompeyo aprovechó para recortar el territorio
judío, liberando del yugo judío a muchos de los pueblos y ciudades que
habían sido conquistados y judaizados a la fuerza por los asmoneos. A
raíz de estos recortes territoriales se creó la confederación de diez
ciudades libres que recibieron el nombre de Decápolis. Otras ciudades
griegas en la costa desde Rafia hasta Dor recibieron también la
independencia y se constituyeron como polis autónomas. Del reino
asmoneo sólo quedaba Judea, Galilea, Idumea y Perea.
El año 55, el legado de Siria
Gabinio, después de haber aplastado la insurrección de Alejandro II,
hijo de Aristóbulo II, dividió Palestina en cinco distritos (sinedrios):
Jerusalén, Gazara, Amathus, Jericó y Séforis
Pero en el 40 a.C. Antígono, hijo
del depuesto Aristóbulo II, conquistó Jerusalén con la ayuda de los
partos, cortó las orejas a su tío Hircano II para que ya nunca pudiera
volver a ser sumo sacerdote y consiguió reinar durante tres años,
derrotando a los hijos de Antípatro, Herodes y Fasael, que apoyaban a
Hircano II. Fasael se suicidó en prisión y su hermano huyó a Roma,
para pedir ayuda al César.
Eran los años de las violentas
guerras civiles en Roma que enfrentaron a Julio César con Casio y
Bruto, y posteriormente a Marco Antonio con Octavio Augusto. Herodes
tuvo poca vista y tomó partido siempre por aquél que había de resultar
perdedor, pero sin embargo siempre tuvo la habilidad de ganarse al
vencedor y conquistar su favor, con lo que consiguió perpetuarse en el
cargo y recibir de Roma más y más regiones hasta recuperar en gran
parte el territorio que perteneció a los judíos en la época asmonea,
antes de la llegada de Pompeyo.
Con el apoyo de los romanos,
Herodes regreso de Roma y se impuso en Jerusalén derrotando a Antígono.
Desde Jerusalén gobernará como etnarca desde el año 36 a.C. hasta el
año de su muerte, el 4 a.C. Es importante, pues, para entender el
Nuevo Testamento, hacerse cargo de la situación que atravesaba el
pueblo judío en la época en que vino al mundo Jesús: un pueblo
dividido, agotado por los enfrentamientos internos y humillado por las
ocupaciones externas, y, para colmo, bajo el dominio de Herodes, un
advenedizo idumeo impuesto por Roma.
Herodes mostró su agradecimiento a
Roma construyendo o reconstruyendo una serie de ciudades, de tipo
helenístico y con nombre romano, en las que se estableció una
población mixta de judíos y gentiles. Sus hijos continuaron esta
política, y así surgieron ciudades como Cesarea Marítima, Sebaste (sobre
las ruinas de la antigua Samaría, destruida por Juan Hircano), Séforis,
Tiberíades, Cesarea de Filipo...
De entre sus construcciones hay
que destacar la de Cesarea del Mar, que llegó a ser una de las grandes
metrópolis del Mediterráneo, dotada de un gigantesco puerto
artificial. La ciudad contaba con todas las instalaciones propia de
una ciudad romana, teatro, anfiteatro, termas, acueductos, hipódromos...
Construyó también en ella un magnífico palacio, lejos de las intrigas
religiosas de Jerusalén. Es en esta Cesarea donde tendrá lugar medio
siglo más tarde el episodio de Cornelio y el Pentecostés de los
gentiles.
Buscando congraciarse con los
judíos, Herodes se casó con Mariamme, una princesa de la familia
asmonea, nieta de los dos hermanos que habían peleado por el trono en
los tiempos de Pompeyo. Siguiendo una política de construcciones
faraónicas reconstruyó y amplió el templo de Jerusalén. De sus varias
esposas tuvo numerosa descendencia, lo que favorecía las intrigas por
la sucesión al trono.
Herodes vivió toda su vida
obsesionado con la posibilidad de un golpe de estado, y reaccionó
ejecutando rápidamente a cualquier persona que le causara la más
mínima sospecha. Hizo ejecutar a su cuñado, el joven Aristóbulo III,
hermano de Mariamme, que ejercía el sumo sacerdocio. Pocos días
después de que este oficiase en el Yom Kippur atrayendo la simpatía
del pueblo, mandó que lo ahogasen en la piscina del palacio de Jericó.
Más tarde hizo ejecutar a su
esposa Mariamme por celos y entre sus víctimas se contaron también
algunos de sus propios hijos, especialmente los dos que tuvo con la
asmonea Mariamme, Alejandro III y Aristóbulo IV. Sólo unos días antes
de su propia muerte hizo ejecutar a Antípatro, otro de sus hijos.
Cuentan de Augusto que una vez hizo un juego de palabras en griego,
donde las palabras “cerdo” e “hijo” son muy parecidas y afirmó que él
se sentiría más seguro en la corte de Herodes siendo un cerdo que
siendo su hijo.
A esta tensión política se unía la
conflictividad social y económica (empobrecimiento de los campesinos,
excesivos gastos en construcciones y en mantenimiento del ejército),
que producía frecuentes revueltas, violentamente reprimidas.
Tras la muerte de Herodes,
acompañada por disturbios populares (4 a.C.), el reino (siempre
dependiente de Roma se dividió entre sus tres hijos. Arquelao
fue etnarca de Judea, Samaria e Idumea, hasta que en el año 6 d.C. los
romanos, cansados de su brutalidad, lo depusieron y pasaron a gobernar
directamente la región: hasta el año 41 d.C. se sucedieron una serie
de gobernadores romanos, de los que el más conocido es Poncio Pilato.
Los gobernadores residían en la ciudad de Cesarea del Mar, y sólo
acudían a Jerusalén con motivo de las fiestas importantes para
garantizar el orden.
En Cesarea, cerca del palacio de Herodes, que luego fue
usado por los gobernadores romanos, ha aparecido una interesante
inscripción en la que se menciona a Poncio Pilato.
El hermano de Arquelao, Herodes
Antipas
, fue tetrarca de Galilea y Perea hasta su destierro en el
año 39 d.C. La tetrarquía de Antipas estuvo formada por la Galilea y
Perea en la Transjordania. Antipas quiso dotar a sus territorios de
una capital y la instaló primero en Séforis, reconstruyéndola y
embelleciéndola, y años más tarde en Tiberíades, a orillas del lago.

Filipo
,
por último, hermanastro de los anteriores, fue tetrarca de Batanea,
Traconítide, Gaulanítide, Iturea, Panias y Auranítide hasta su muerte
en el año 34 d.C. Su tetrarquía comenzaba al otro lado del Jordán, en
Betsaida Julias, que él refundó de nuevo como ciudad helenística. Pero
su verdadera capital estuvo en Banias (Cesarea de Filipo) a los pies
del Hermón. En los tres años después de su muerte esos territorios
pasaron a depender de la provincia romana de Siria, para ser confiados
después, en tiempo de Calígula a Agripa I, nieto de Herodes el Grande
y Mariamme.
 
B. Situación política y cultural
 Nuestra familiaridad con los
escritos judíos, y el influjo moderno de la ideología sionista, nos ha
hecho pensar que Palestina fue la tierra de los judíos, que,
expulsados de allí, tienen ahora todo el derecho de volver a ocupar la
tierra que les pertenece por herencia. En esta visión simplista de las
cosas hay mucho de ideología que no soporta la confrontación con los
datos de la historia.
La Tierra Santa no ha sido
prácticamente nunca un país exclusivamente judío. Sólo en brevísimos
períodos de la historia estuvo todo el territorio bajo una autoridad
judía (unos 300 años en la época de los reyes, y unos 50 años en la
época de los Macabeos). Toda la llanura costera desde el Carmelo hasta
Egipto prácticamente nunca ha pertenecido a ningún estado judío. E
incluso en los períodos de mayor expansionismo israelita el territorio
no estuvo nunca habitado exclusivamente por judíos.
Volviendo a la época que estamos
historiando ahora, el elemento israelita no era sino una de las muchas
culturas presentes en el país. Con los judíos convivían los
samaritanos en amplias zonas, y sobre todo los griegos de las ciudades
helenísticas en la costa, a orillas del lago de Genesaret, en el valle
del Harod, y aun en la misma Judea. Recordemos Antípatris, Escitópolis,
Ptolemaida, Dora, Cesarea del Mar, Cesarea de Filipo, Tiberíades,
Sebaste, Apolonia, Fasael y la ciudades de la antigua pentápolis
filistea…
Esta población griega consideraba
a los gobernadores romanos sus defensores frente al imperialismo judío.
Efectivamente Pompeyo es el que les había liberado del duro yugo de
los asmoneos. Ya hemos mencionado cómo Pompeyo al conquistar Jerusalén
estableció una confederación de ciudades griegas autónomas conocidas
como la Decápolis y la sustrajo a la autoridad de los judíos de
Jerusalén. Lo mismo hizo con las ciudades griegas de la costa y de
otras regiones.
Los habitantes de estas ciudades
hablaban el griego koiné que se había convertido en la lingua franca
de todo el Próximo y Medio Oriente. Mantuvieron una continua
confrontación con la población judía por la que se sentían amenazados.
Al inicio de la sublevación contra Roma, los habitantes griegos de
Judea y Galilea realizaron una radical limpieza étnica de sus ciudades
asesinando a miles de judíos.
Pero, a parte de estos ciudadanos
griegos paganos, tenemos que considerar también a muchos judíos, sobre
todo los más ricos y cultos, que se encontraban fuertemente
helenizados y eran bilingües. Pensemos por ejemplo en los judíos de
Séforis, la primera capital de Antipas, a cinco kilómetros de Nazaret,
o en Betsaida donde Andrés y Felipe llevaban nombres griegos. Muchos
identifican a estos judíos helenizados de la Galilea con el partido de
“los herodianos” que aparece diversas veces en los evangelios.
Probablemente este grupo empezó a tomar consistencia durante el largo
reinado de Herodes el Grande, y más tarde se mantuvo fiel a su
dinastía.
El latín apenas tuvo influjo en la
zona, y se mantuvo como la lengua de los gobernadores y funcionarios
romanos y de los oficiales del ejército, los cuales hablaban también
el griego. Recordamos cómo el letrero sobre la cruz de Jesús estaba
escrito en hebreo, en griego y en latín.
Los zelotas eran fanáticos
partidarios de un estado judío independiente y tras la expulsión de
las legiones romanas se proponían también expulsar a todos los
habitantes griegos practicando una política de limpieza étnica
radical. Por eso cuando comenzó la gran revuelta en el año 66, los
griegos que habitaban en el territorio se volcaron totalmente a favor
de los romanos y exterminaron a los judíos que vivían dentro de sus
ciudades o en sus alrededores.
Por supuesto no negamos que el
elemento judío fuera también importante. Contaban con una gran ciudad,
Jerusalén, mayoritariamente judía, y otras pequeñas ciudades y
poblados, organizados en toparquías. Durante la época romana muchas
ciudades eran mixtas y contaban con importantes núcleos de población
griega y judía. No nos es posible dar números ni siquiera aproximados
sobre el porcentaje relativo de una y otra población.
La religión judía quería evitar a
toda costa la asimilación dentro de la cultura griega que era mucho
más potente y tenía una gran fuerza seductora. De aquí que se
insistiese cada vez más en los preceptos de la ley que ayudan a
mantener al judío separado del gentil, como son todos los preceptos
relativos a la pureza ritual, a las comidas puras e impuras. Los
judíos ortodoxos evitaban entrar en casa de los paganos y tener
cualquier tipo de relaciones de amistad con ellos. En Jerusalén se han
descubierto las ruinas de palacios de sumos sacerdotes, fuertemente
helenizados, y que sin embargo mantenían su preocupación por la pureza
ritual, como muestra la abundancia de piscinas rituales (miqve) en los
sótanos de las casas.
El judaísmo del segundo templo
muestra un carácter pluralista. Conocemos tendencias tan distintas y
enfrentadas como los saduceos, los fariseos, los herodianos, los
esenios, los bautistas, los zelotas. Estos hábitos pluralistas
posibilitaron el que los primeros judíos creyentes en Jesús pudiesen
ser aceptados como una secta más, la de los nazarenos, bastante
próximos a los fariseos
.
Efectivamente, salvo esporádicos
momentos de tensión como el que llevó a la lapidación de Esteban, los
judeocristianos seguían acudiendo a las sinagogas y dando culto en el
Templo de Jerusalén. La misma lapidación de Esteban hay que
considerarla como un acto puntual de linchamiento más bien que como
una persecución sistemática. De hecho fueron sólo los cristianos
helenistas los que tuvieron problemas, mientras que los
judeocristianos de lengua aramea parece ser que no sufrieron tan
graves interferencias.
En los documentos qumranitas
conocemos la espiritualidad de los miembros del Yahad y vemos cómo
podían considerarse el verdadero Israel escatológico, a pesar de ser
una mínima fracción numérica de la totalidad del pueblo. Este será más
también el mismo espíritu de los judeocristianos, que aun después de
haber sido separados del Israel oficial, seguían considerándose el
Israel legítimo, a pesar de no ser sino una mínima fracción del pueblo
judío y de haber sido oficialmente excomulgados de la sinagoga.
Pero todas estas sectas serán
excomulgadas sólo después de la destrucción de Jerusalén, cuando los
rabinos en Jamnia reconstituyeron un judaísmo nuevo que cerró filas en
torno a un tipo de judaísmo más bien heredero de los fariseos. Es
entonces cuando se consumará el cisma entre la Iglesia judeocristiana
y la sinagoga, ya en los años 80. Los textos del evangelio de Juan y
de Mateo están ya reflejando este momento en que la escisión se ha
consumado. 
Una de las grandes tareas de los rabinos en Jamnia es
oficializar el canon de la Biblia hebrea discutiendo algunos de los
flecos que aún ofrecían alguna duda. Para esta época romana ya están
escritos todos los libros del Antiguo Testamento.
C. La caída de Jerusalén
Herodes Agripa, nieto de Herodes
el Grande, llegó a unificar, con el apoyo de Roma, todo el territorio
de su abuelo, y fue nombrado por los romanos rey de Batanea en el año
37, de Galilea y Perea en el 40, y cónsul de Judea en el 41. Sólo
alcanzó a reinar tres años. En este lapso de tiempo se reconstituyó el
reino de Herodes el Grande casi en su totalidad, despertando grandes
expectativas en los elementos más nacionalistas. Pero la apariencia de
autonomía que daba el reinado de Agripa era engañosa. Agripa no era
sino una marioneta en manos de los romanos, y su gobierno no fue muy
distinto de la administración romana directa por medio de gobernadores.
Los Hechos de los Apóstoles nos han dejado una imagen muy negativa de
Agripa, como el clásico tirano lleno de soberbia y perseguidor de los
creyentes. Durante su brevísimo reino la Iglesia de Jerusalén sufrió
una dura persecución en la que Pedro fue encarcelado y Santiago
Zebedeo fue decapitado (Hch 12,1-3). La muerte de Agripa, roído de
gusanos, está narrada en el género literario propio de la muerte de
los tiranos (Hch 12.20-23).
A su muerte, en el año 44,
Palestina pasó a estar de nuevo bajo el mando directo de los prefectos
romanos. En esta segunda etapa de gobierno romano directo se
sucedieron varios prefectos (Fado, Tiberio Alejandro, Cumano, Félix,
Festo, Albino y Gesio Floro). Flavio Josefo denuncia su corrupción y
revela la miseria con la  que el pueblo se iba empobreciendo cada vez
más.
El hijo de Agripa I, Herodes
Agripa II, era todavía muy joven a la muerte de su padre, y los
romanos no quisieron que heredase todo el gran reino que su padre
había ido juntando en torno a sí. Los romanos se limitaron a asignarle
sólo algunos de los territorios en el nordeste del país, que habían
pertenecido a la tetrarquía de Filipo.
Agripa II pasaba por ser un judío
religioso, y en varias ocasiones los romanos le pidieron que actuara
de árbitro en sus conflictos con los sumos sacerdotes, delegando en él
la autoridad para nombrar al sumo sacerdote en Jerusalén. Los Hechos
de los Apóstoles nos narran un incidente en que el procurador Festo
invitó a Agripa II a que intervenga en el juicio de Pablo aprovechando
su paso por Cesarea (Hch 25,13-26,32). En el tiempo de la gran
revuelta Agripa II se mantuvo fiel a los romanos y cooperó con ellos
en el sometimiento de los zelotes. Hace pocos años los arqueólogos han
descubierto su magnífico palacio en Cesarea de Filipo, y nuevos
templos paganos en lo que pudiéramos llamar la “acrópolis” de Cesarea,
donde al antiguo templo de Pan se añadieron el templo a Augusto
construido por Herodes el Grande, y nuevos templos, a Zeus, a Némesis,
a las cabras danzantes…
En tiempo de Cumano (48 – 52) hubo
fuertes tensiones entre judíos y samaritanos, que se agudizaron bajo
su sucesor Félix (53 – 58); es en este tiempo cuando surge el
movimiento de los sicarios (terrorismo urbano). Con el procurador
Festo (58 – 62) hay una cierta tranquilidad. Aprovechando la muerte
repentina de este, las autoridades judías saduceas asesinan a
Santiago, “el hermano del Señor”, presidente de la Iglesia de
Jerusalén. Una vez más no debemos ver este asesinato como una prueba
de una excomunión general de los cristianos. Fue solo la secta de los
saduceos la que promovió este crimen, mientras que, según Flavio
Josefo, los fariseos se indignaron ante este asesinato y presentaron
una reclamación formal ante el siguiente gobernador Albino. Este hecho
nos parece muy significativo a la hora de ver cómo precisamente la
secta de los fariseos era la que tenía mayor afinidad con los primeros
judeocristianos.
Probablemente es entonces cuando
la comunidad cristiana se trasladó a Pella, en la Decápolis, aunque
otros historiadores sitúan este éxodo tres o cuatro años más tarde,
después del comienzo de la gran insurrección contra Roma. Esta huida
de la comunidad judeocristiana salvó a muchos de los primeros
cristianos de los horrores de la guerra. Los evangelios insisten mucho
en que este consejo de huir de la ciudad había sido ya dado por Jesús
mismo en su sermón escatológico.
Bajo el mando de Gesio Floro la
crisis llegó ya a extremos insostenibles. Un conflicto entre griegos y
judíos en Cesarea Marítima dio lugar a una serie de revueltas, que
provocaron la intervención armada de los romanos en Jerusalén, y como
consecuencia estalló la revuelta de los zelotes. Los rebeldes se
adueñaron de Jerusalén, que durante cuatro años fue asediada por los
romanos, hasta su toma y destrucción en el año 70. Los zelotes se
hicieron fuertes en Masada, donde resistieron todavía tres años más.
Pese a la derrota, no
desaparecieron del todo las esperanzas judías de reconstruir el templo
(reconstrucción prohibida por Trajano). En el año 116 hubo una
insurrección de los judíos de la diáspora, y entre los años 132 y 135
se produce una nueva revuelta, dirigida por Bar Kojba. El emperador
Adriano responde de una manera fulminante: arrasa Jerusalén, fundando
sobre ella una colonia romana (Aelia Capitolina), a la que prohíbe
acercarse a los judíos, y adopta una serie de medidas fuertemente
antisemitas (prohibición de la circuncisión, del shabbat y de la
enseñanza de la Torah).
Como había ocurrido ya en el 587
a.C., la segunda caída de Jerusalén dio lugar a una seria crisis
interna, debido no sólo a la destrucción causada por la guerra sino
sobre todo al enfrentamiento entre los propios judíos, entre los
radicales zelotes y los moderados partidarios de negociar con Roma (La
destrucción fue tan grande que los romanos al tomar la ciudad se
encontraron prácticamente con un cementerio).
El año 70 marca una fuerte ruptura
en el interior del judaísmo. Al ser destruido el templo, desaparece el
sacerdocio (cuyo prestigio, por otra parte, había caído en picado
desde la época asmonea), y la espiritualidad judía va a girar desde
ahora en torno a la lectura de la Torah hecha en las sinagogas. Dos
años antes de la destrucción de la ciudad, Yohanan ben Zakkai, un
rabino opuesto a la revuelta de los zelotes, había logrado huir de
Jerusalén con algunos de sus discípulos; se asentaron en Jamnia, que
va a convertirse, a partir del año 70, en el centro director del
judaísmo mundial.
El judaísmo de Jamnia mostró una
gran plasticidad para adaptar la religión judía a las nuevas
circunstancias de la diáspora. Toda esta tarea fundacional del
judaísmo nuevo se prolongó durante más de 100 años, hasta culminar en
la redacción de los seis libros de la Misná, que incorporan la ley
oral, y fueron publicados en Séforis hacia el año 200 por el patriarca
judío Yehudah haNasí.
Sin embargo, no con eso cesó la
actividad de los rabinos, que se prolongó en una segunda etapa, la de
los amoraítas, que culminará en la doble redacción del Talmud dos
siglos más tarde, el Talmud de Jerusalén y el de Babilonia.
Martín-Moreno
González, Juan Manuel,
Historia de Israel
,
Universidad Comillas de Madrid,

http://www.upcomillas.es/personal/jmmoreno/cursos/index.htm
, Usado
con permiso.
1. Tiro y Sidón Jesús comparó Corazín y
Betsaida con Tiro y Sidón (Mateo 11:20–22). Allí sanó a la
hija de una mujer gentil (Mateo 15:21–28).

2. Monte de la Transfiguración Jesús se
transfiguró delante de Pedro, Santiago y Juan, quienes recibieron
las llaves del reino (Mateo 17:1–13). (Algunos creen que el
Monte de la Transfiguración es el monte Hermón, mientras que
otros creen que es el monte Tabor.)

3. Cesarea de Filipo Pedro testificó que
Jesús es el Cristo y se le prometieron las llaves del reino
(Mateo 16:13–20). Jesús predijo allí Su muerte y resurrección
(Mateo 16:21–28).

4. Región de Galilea Jesús pasó la mayor
parte de Su vida y ministerio en Galilea (Mateo 4:23–25). Allí
pronunció el Sermón del Monte (Mateo 5–7); y sanó a un
leproso (Mateo 8:1–4); y escogió, ordenó y envió a los Doce
Apóstoles, de los cuales aparentemente sólo Judas Iscariote no
era galileo (Mar. 3:13–19). En Galilea el Cristo resucitado
apareció a los Apóstoles. (Mateo 28:16–20).

5. Mar de Galilea, llamado posteriormente mar de
Tiberias
Jesús enseñó allí desde la barca de Pedro (Lucas
5:1–3) y llamó a Pedro, a Andrés, a Santiago y a Juan para ser
pescadores de hombres (Mateo 4:18–22; Lucas 5:1–11). También
calmó la tempestad (Lucas 8:22–25), enseñó parábolas desde
una barca (Mateo 13), anduvo sobre el mar (Mateo 14:22–32), y
apareció a Sus discípulos después de Su resurrección (Juan
21).

6. Betsaida Pedro, Andrés y Felipe nacieron
en Betsaida (Juan 1:44). Jesús y los Apóstoles se retiraron para
estar solos cerca de Betsaida. La multitud los siguió y Él
alimentó a los 5.000 (Lucas 9:10–17; Juan 6:1–14). Allí Jesús
sanó a un ciego (Mar. 8:22–26).

7. Capernaúm Era el lugar donde vivía
Pedro (Mateo 8:5, 14). En esta ciudad, a la que Mateo denominó la
ciudad de Jesús, el Salvador sanó a un paralítico (Mateo
9:1–7; Mar. 2:1–12), curó al criado de un centurión y a la
suegra de Pedro (Mateo 8:5–15), llamó a Mateo para que fuese
uno de Sus apóstoles (Mateo 9:9), sanó a ciegos, echó a un
demonio (Mateo 9:27–33), sanó al hombre de la mano seca en el día
de reposo (Mateo 12:9–13), pronunció el discurso sobre el pan
de vida (Juan 6:22–65), y accedió a pagar los impuestos, para
lo cual dijo a Pedro que tomara el dinero de la boca de un pez
(Mateo 17:24–27).

8. Magdala Residencia de María Magdalena
(Mar. 16:9). Jesús fue a este lugar tras haber alimentado a los
4.000 (Mateo 15:32–39), y los fariseos y los saduceos le
pidieron que les mostrase una señal del cielo (Mateo 16:1–4).

9. Caná Allí Jesús convirtió el agua en
vino (Juan 2:1–11) y sanó al hijo del noble que estaba en
Capernaúm (Juan 4:46–54). Caná también era el lugar donde vivía
Natanael (Juan 21:2).

10. Nazaret Las anunciaciones a María y a
José ocurrieron en Nazaret (Mateo 1:18–25; Lucas 1:26–38;
2:4–5). Después de volver de Egipto, Jesús pasó Su infancia y
juventud en este lugar (Mateo 2:19–23; Lucas 2:51–52), anunció
que Él era el Mesías y fue rechazado por Sus coterráneos (Lucas
4:14–32).

11. Jericó Jesús dio la vista a un ciego
(Lucas 18:35–43). También cenó con Zaqueo, “que era jefe de
los publicanos” (Lucas 19:1–10).

12. Betábara En este lugar, Juan el
Bautista testificó que él era “la voz de uno que clama en el
desierto” (Juan 1:19–28). Después bautizó a Jesús en el río
Jordán y testificó que Jesús era el Cordero de Dios (Juan
1:28–34).

13. Desierto de Judea Juan el Bautista
predicó en este desierto (Mateo 3:1–4), donde Jesús ayunó
cuarenta días y fue tentado (Mateo 4:1–11).

14. Emaús El Cristo resucitado caminó con
dos de Sus discípulos por el camino de Emaús (Lucas 24:13–32).

15. Betfagé Dos discípulos llevaron a Jesús
un pollino sobre el que comenzó Su entrada triunfal en Jerusalén
(Mateo 21:1–11).

16. Betania Era la ciudad de María, Marta y
Lázaro (Juan 11:1). Allí María oyó las palabras de Jesús, y
Él habló a Marta con respecto a escoger “la buena parte”
(Lucas 10:38–42); Jesús levantó a Lázaro de los muertos (Juan
11:1–44); y María ungió los pies del Salvador (Mateo
26:6–13; Juan 12:1–8).

17. Belén Jesús nació allí y lo
acostaron en un pesebre (Lucas 2:1–7); los ángeles anunciaron a
los pastores el nacimiento del Salvador (Lucas 2:8–20); una
estrella guió a los magos hasta Jesús (Mateo 2:1–12); y
Herodes mandó matar a los niños pequeños (Mateo 2:16–18).

 
 

1. Asentamiento
2. Patriarcas
3. El Éxodo
4. La Monarquía
5. El Cisma
6. Crisis Asiria
7. El Exilio
8. Etapa Persa
9. El Helenismo
10. Bajo Roma
11. Costumbres
12. Habitaciones
13. Alimentos
14. Banquetes
15. Vestuario
16. Padres/Hijos
17. Educación
18. Matrimonio
19. Enfermedades
20. Agricultura
21. Horticultura
22. Oficios
23. Propiedad
24. Transporte
25. Agua/Asalto
26. Esclavitud














 








 



Bienvenido

Inscripciones
 
|  Orientación 
Donar
al seminario - su ofrenda hace este ministerio posible






No hay comentarios:

Publicar un comentario