La Edad Media en la Corona de Aragón. Parte Segunda: Las instituciones Historia de Aragón.
Las Cortes
De la curia real nacieron las Cortes; era dicha curia un consejo delrey formado por los nobles que acompañaban al rey, y los ciudadanos que
querían intervenir; no se limitaba la función de este consejo a fallar
causas civiles o criminales y entendía en asuntos de otra indole. Cuando
éstos lo exigían a juicio del monarca, reunía una especie de curia
extraordinaria llamando a todos los nobles y ciudadanos para tratar con
ellos del asunto en cuestión y estas curias generales son las Cortes: su
nombre ya lo indica; el adjetivo general implica en oposición a éste el
adjetivo particular.
Podría creerse que este calificativo de general se aplicaba a las
reuniones de los tres Estados, Aragón, Cataluña y Valencia y serían
entonces particulares las de cada reino, mas el epiteto se
aplica a las de cada Estado lo mismo que a los de toda la Corona.
Siendo estas reuniones evolución de la curia y todo lo pertinente a
ellas efecto de la costumbre y no de la ley, es inútil investigar cuáles
fueron las primeras Cortes.
A medida que crece el Estado y los negocios, se hace más difícil la
consulta de los nobles y ciudadanos de todo él, y es menester por tanto
covocarlos expresamente y con frecuencia.
La reunión de las Cortes era función del rey, y aunque todos los
nombramientos de lugarteniente contienen autorización para reunirlas, no
se dió el caso de convocarlas otra persona hasta el
reinado de Alfonso V; sin embargo, los de ellas protestaron siempre y
fué doctrina jurídica que sólo al monarca competía ese derecho.
No había plazo entre dos convocatorias ni lugar fijo de su reunión. En
el Privilegio general se pidió que todos los años se juntaran en
Zaragoza las aragonesas, pero no fué cumplidad esa
cláusula del privilegio y más tarde fué derogada; después se mandó que
cada dos años, y tampoco fue observado.
Las aragonesas se componían de cuatro brazos; barones, nobles o
ricos-hombres, caballeros e infanzones, clero, y estado llano o pueblo;
las catalanas y valencianas de tres, por fusión de los nobiliarios en
uno solo. La convocatoria se hacía por carta individual a cada uno de
los que debían asistir, y en ella se les avisaba la fecha y el lugar de
la reunión, sin indicación alguna de lo que iba a tratarse: de aquí que
los procuradores fuesen libres de mandato imperativo.
Pocas veces o nunca fueron abiertas el día anunciado; los diputados
acudían tardíamente y los mismos reyes hacían alarde de no importarles
nada la puntualidad; lo corriente era que en Aragón el Justicia, en
Cataluña y Valencia el Gobernador fuesen recogiendo las actas que
acreditaban a los diputados como representantes de un municipio o
entidad religiosa y prorrogara la apertura de un día a otro, a veces por
más de un mes.
Clero y pueblo solían ser siempre los mismos, no así los nobles que
variaban de una reunión a otra extraordinariamente: ninguna ley
reglamentaba el derecho de éstos a estar presente en las Cortes.
Los brazos se colocaban juntos; los nobles y prelados a los lados, el pueblo frente al solio.
Todos los diputados tenían voz y voto menos los del brazo popular;
éstos votaban por su municipio y tampoco era consuetudinario ni
reglamentario el número de representantes de cada pueblo, cabildo o
entidad jurídica; cada uno enviaba uno, dos o más; Zaragoza, Barcelona y
Valencia solían enviar hasta seis, pero con solo un voto.
Presidía el rey las sesiones solemnes, las de deliberación el Justicia o
los gobernadores; en la de apertura el monarca leía un discurso,
verdadero sermón, muy laudatorio de las virtudes de
sus súbditos; contestábale el representante del clero más caracterizado
y de más alta categoría, y en las sesiones sucesivas se planteaban las
cuestiones para que las Cortes habían sido convocadas.
Recordando su carácter judicial proponíanse primero los greuges o
agravios que el rey hubiera hecho a particulares o entidades, y esto
era un motivo de estancamiento; hasta que no se
daba satisfacción a esos agraviados no se pasaba a otro asunto: de aquí
la eternidad de las Cortes, aumentada por el sistema de discutir por
escrito y por la costumbre de ser necesaria la unanimidad para tomar
acuerdos. Algo mitigaba este rigor de la unanimidad el reunirse los
brazos particulares y nombrar tratadores que se entendieran con los
otros brazos. Las actas se llevaban por tantos notarios como brazos.
La duración de estas reuniones era tal, que al cabo de algún tiempo
quedaban muy pocos diputados, pues como éstos iban retribuidos por sus
poderdantes eran llamados a sus pueblos, dejando solos a los
promovedores de la dilación.
A veces los reyes, para ganar tiempo, convocaban en un mismo lugar las
Cortes de los tres Estados, mas como no se fundían los estamentos y
aunque juntos, estaban separados, los
inconvenientes de las Cortes de cada Estado se multiplicaban; con buena
voluntad de parte de todos esas reuniones hubieran sido el crisol donde
se fundieran los tres Estados, pero
faltó esa buena voluntad y las diferencias se acentuaron en vez de
esfumarse.
Extraido de: La Edad Media en la Corona de Aragón de Andrés Giménez Soler. Editorial Labor, S.A., Madrid. 1930
Indice
El paísLa población
PARTE PRIMERA
Límites de la Edad Media.Antecedentes de la invasión musulmana.
Ruina de la monarquia goda. Batalla del Guadalete.
Las causas de la ruina del Reino godo.
Las costumbres.
El estado social.
El ejército.
La decadencia de las ciudades.
La conquista musulmana y su carácter
Las expediciones musulmanas a la Galia gótica
Las tierras de la Corona de Aragón bajo el poder musulmán
La pretendida influencia musulmana
La Reconquista
Sus origenes
Constitución de los núcleos cristianos del Pirineo. Su historia hasta su independencia.
Condado de Aragón
Proceso de la Reconquista
Alfonso I el Batallador
Ramón Berenguer IV y sus dos inmediatos sucesores
Reinado de don Jaime I el Conquistador
El siglo XIV
Reinado de Jaime II
Los cuatro reyes sucesores de Jaime II en el siglo XIV.
La política peninsular de Aragón en los cuatro reinados del siglo XIV.
El siglo XV.
Relaciones de Aragón con Francia en el siglo XV.
Reinado de Fernando el Católico. Fin de la Edad Media.
Descubrimiento de América.
Política mediterránea de Fernando el Católico.
Política internacional de Fernando el Católico.
PARTE SEGUNDA
Las InstitucionesLa vida material.
La vida espiritual
Conclusión
Bibliografía
Indice alfabético
Ilustraciones
Mapa I: Mapa físico de la región íbero-mediterranea (101 Kb)
Mapa II: Conquistas de la Corona de Aragón (447 Kb)
Mapa III: El mediodia de Francia en tiempos de Pedro II (119 Kb)
Mapa IV: Expansión catalano-aragonesa por el Mediterraneo (107 Kb)
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