miércoles, 22 de marzo de 2017

De Hernan Cortes al emperador Carlos V, carta del 11 de septiembre de 1526 en, Cartas de relacion de Hernan Cortes. Captura y diseño, Chantal Lopez y Omar Cortes para la Biblioteca Virtual Antorcha

De Hernan Cortes al emperador Carlos V, carta del 11 de septiembre de 1526 en, Cartas de relacion de Hernan Cortes. Captura y diseño, Chantal Lopez y Omar Cortes para la Biblioteca Virtual Antorcha


Índice de Cartas de relación de Hernán CortésTercera parte de la Quinta Carta-Relación de Hernán Cortés al Emperador Carlos V, del 3 de septiembre de 1526Carta de Hernán Cortés al Emperador Carlos V, del 10 de octubre de 1530Biblioteca Virtual Antorcha
CARTAS DE RELACIÓN
DE HERNAN CORTÉS AL EMPERADOR CARLOS V
TENUXTITLAN, 11 DE SEPTIEMBRE DE 1526



Sacra
católica cesárea majestad. Porque por lo que tengo escrito a vuestra
majestad, asi del cabo de Honduras o de las Hibueras, como desde la isla
de Cuba, viniendo ya camino a esta Nueva España, estará vuestra
majestad informado de lo que ha sucedido después que los procuradores
Diego de Campo y Francisco de Montejo fueron despachados, ahora
informaré a vuestra majestad brevemente de lo que ha pasado después de
mi llegada; y porque el despacho postrero que envié desde Cuba fue
encaminado por via algo dudosa, irá con la presente lo que entonces
escribi. Suplico humildemente a vuestra majestad mande ver lo uno y lo
otro.
Asimismo
envio ahora a vuestra majestad con la presente una relación, bien larga
y particular de todo lo que me sucedió en el camino que hice a las
Hibueras, y al cabo de ella hago saber a vuestra majestad muy por
extenso lo que ha pasado y se ha hecho en esta Nueva España, después que
yo parti de la isla de Cuba para ella, y porque podria ser que por la
larga escritura a vuestra majestad no lo pudiese todo ver, tocaré en
ésta sucintamente en ello, para que con relación más breve vuestra
majestad sea informado, como quiera que todavia suplico a vuestra
majestad a lo menos que al Presidente y a los de su Consejo de las
Indias mande bien ver y examinar la dicha relación, para que vista
informen a vuestra majestad de lo que en ella digo.
Yo
me hice a la vela del puerto de la Habana de Cuba a 16 de mayo, y
llegué al puerto de San Juan de esta Nueva España a 24 de mayo de este
año de 1526. Vineme a la villa de Medellin, que está a dos leguas del
dicho puerto, y supe alli muchas cosas de las que habian pasado en mi
ausencia, y de otras bien peligrosas que se tramaban creyendo que
hubiera más dilación en mi venida, y no quiero encarecer a vuestra
majestad el servicio que en la presteza de ella hice, posponiendo mil
peligros, pues es tan notorio cuántos alborotos y escándalos de entre
los españoles, y malos tratamientos de los naturales, se evitaron con mi
llegada; porque como estaban tan recientes los males y daños hechos por
Gonzalo de Salazar y Pedro Armildez y por los que los siguieron, habia
tanto desasosiego, y como quiera que el tesorero Alonso de Estrada y el
contador Rodrigo de Albornoz los tenían presos, cada día había mil
movimientos y alborotos que llevaban muy mal remedio, si Dios no lo
remediaba con su mano, o como lo remedió con mi venida, lo cual se
mostró bien en el regocijo y alegria que mostraron en ella, asi los
naturales como los españoles.
Yo
me parti luego para esta ciudad de Tenuxtitlan, y llegado hallé ser
verdad todo lo que escribí a vuestra majestad desde la isla de Cuba, asi
acerca de los agravios y afrentas hechas a mis deudos y amigos y a mi
hacienda, como a los naturales, y pudiera extenderme más entonces y
ahora, salvo que por ser la cosa tan pública no quiero repetirla más; y
hallé presos a Salazar y Armildez, y otros que fueron agresores en todos
los daños pasados, y movieron y levantaron la tierra a voz de
comunidad. Y aunque a muchos de ellos los dichos Alonso de Estrada y
Rodrigo de Albornoz habían sacado de algunos monasterios, yo los hice
volver y restituir a ellos, dado caso que según la calidad de sus
delitos no debían gozar de la inmunidad de la Iglesia; pero por ser
cosas que demás de tocar a los vasallos de vuestra majestad tocaban a mi
persona, yo holgué que fuesen restituidos, y porque no me acusasen de
apasionado, aunque habia muchas causas para ello, no quise entender en
las culpas de aquellos.
Desde
a pocos dlas que yo llegué a esta ciudad me escribieron de la villa de
Medellin, cómo al puerto habían llegado ciertos navíos, y que en ellos
venía el licenciado Luis Ponce de León por juez de residencia de vuestra
majestad, y el teniente de aquella villa me escribió que había ido al
navío en que el dicho Luis Ponce venia, y que le había dado una carta de
vuestra majestad en que le mandaba que hiciese todo lo que el dicho
Luis Ponce le mandase de parte de vuestra majestad, y que el dicho
teniente le respondió que en todo seria obedecido y acatado, y así lo
puso luego por obra; y yo, respondiendo a la carta que el dicho teniente
me escribió, le encargué mucho el buen recibimiento y tratamiento del
dicho Luis Ponce, el cual desde a pocos días que desembarcó se partió
para esta ciudad de Tenuxtitlan, y desde el camino me envió una carta de
vuestra majestad por la cual me mandaba que luego como llegase el dicho
Luis Ponce, fuese recibido conforme a su provisión, y le fuesen
entregadas todas las varas. El cual, llegado a esta ciudad, que fue en
día bien de mañana, no quiso aquel día presentar la provisión que traía
de vuestra majestad, sino ver la ciudad y platicar conmigo algunas cosas
de las de estas partes, en lo cual conoció bien la obediencia y
fidelidad que yo había tenido y tenía al servicio de vuestra majestad.
Luego
otro día el dicho Luis Ponce presentó su provisión, la cual por mí y
por mis oficiales fue obedientemente recibida y cumplida, e incontinente
en presencia de los oficiales de vuestra majestad y de todo el pueblo
ellos y yo le entregamos todas las varas, y comenzó a usar de su cargo
como vuestra majestad mandaba.
Aquella
misma noche, o del trabajo del camino, o de mudanza de la tierra, el
dicho Ponce adoleció de unas calenturas de que creímos que no recibiera
peligro, y como le fueron algo agravando, determinó de subrogar el poder
que tenía de vuestra majestad en el licenciado Marcos de Aguilar, que
había venido con él desde la española a ejercer el cargo que tiene de
inquisidor de las Indias; y el dicho licenciado Aguilar aceptó el dicho
poder, y usó de él hasta que el dicho Luis Ponce de León falleció, que
fue a diez y ocho o diez y nueve días después que a esta ciudad llegó, y
sin duda entristeció tanto su muerte a todos, como si fuéramos sus
deudos propios, y se hizo tanto sentimiento como si le hubiéramos
conversado toda nuestra vida; y cierto con harta causa, porque su
persona y cordura mostró bien merecer aquello y más; y entre algunas
fortunas contrarias que se me han ofrecido en el descubrimiento,
conquista y pacificación de estas partes, una de las más adversas para
mí ha sido la muerte de Luis Ponce, porque así de la buena fama que de
su persona había, como por sus apariencias, mostraba traer muy buena
intención para el servicio de vuestra majestad y para le hacer relación
de las cosas de estas partes, en especial de mi fidelidad y servicios:
que era a lo que más principalmente vuestra majestad le enviaba, y yo
más deseo tenía.
Muerto
Luis Ponce, la justicia y regimiento de esta ciudad juntamente con los
procuradores de las otras villas me requirieron muy afectuosamente que
tornase a recibir en mí el cargo de la gobernación, pues que expiraba
con la muerte del dicho Luis Ponce el poder que había dado al licenciado
Marcos de Aguilar, y principalmente porque les parecía que convenía así
para el sosiego y pacificación de estas partes, y yo me excusé de ello
por cuantas vías pude, porque conozca y vea vuestra majestad la codicia
que tengo y he tenido de cargos y administración de justicia; y así
quedó y queda la gobernación de la justicia civil y criminal por vuestra
majestad en el dicho licenciado Aguilar, hasta que otra cosa mande
proveer, y los cargos de capitán general y administración de los indios
queda en mí, hasta que vuestra majestad sea servido; y esto acepté
porque como persona más experimentada podré mejor servir en ellos.
Las
cosas de estas partes después de la venida de Luis Ponce quedan en los
términos que a vuestra majestad he dicho. Está la tierra algo fatigada
con las alteraciones pasadas, pero con la conversación y buen
tratamiento de los naturales, que yo siempre procuro, se irá presto
restituyendo, placiendo a Dios, porque los indios, aunque no es posible
menos sino recibir fatiga con nuestra conversación, como trabajo de los
relevar, multiplican y van tanto en crecimiento que parece que hay hoy
más gente de los naturales que cuando al principio yo vine a estas
partes. Los religiosos que acá han venido y vienen hacen grandlsimo
fruto, especialmente en los hijos de los principales. Vase plantando tan
bien la fe y religión cristiana, que vuestra majestad es muy obligado a
dar muchas gracias a Dios por ello.
Mucho
ha que hice saber a vuestra majestad cómo hacia ciertos navíos en la
mar del Sur para descubrir; y aunque aquello es cosa muy importante, por
otras ocupaciones y cosas que se me han ofrecido, ha cesado hasta ahora
que los navíos están ya a punto. Envío por capitán a una persona bien
cuerda y experimentada, que es Diego de Ordaz, el cual ha estado en esta
corte de vuestra majestad por procurador de esta tierra: plega a Dios
lo encamine; creo se hará a la vela en todo el mes de ...
Juan
de Ribera, a quien yo envié por mi procurador y a hacer relación a
vuestra majestad de las cosas de estas partes, y a que residiese en esa
su corte en mis negocios, me dijo que conociendo la necesidad que
vuestra majestad tenia, así con las grandes guerras que por tantas
partes se le ofrecían, como por las alteraciones pasadas en esos sus
reinos, y conociendo asimismo la voluntad con que yo siempre he servido a
vuestra majestad, se había ofrecido en mi nombre que yo enviaría a
vuestra majestad cierta suma de oro, y que sobre ello y sobre ciertas
mercedes que vuestra majestad me hacia, había mandado tomar cierto
asiento con el dicho Juan de Ribera y con fray Pedro Melgarejo; que
estando aderezando su viaje para estas partes vuestra majestad le mandó
volver a esa corte con el despacho que se les había dado, el cual por
mandado de vuestra majestad habían entregado en el Consejo de las
Indias; y asimismo el dicho Juan de Ribera me dijo que vuestra majestad
después le había dicho que había mandado proveer a Luis Ponce para saber
cómo yo había hecho las cosas de vuestro servicio, y para que se viese y
conociese mi limpieza.
En
cuanto a lo del ofrecimiento que a vuestra majestad se hizo de mi
parte, ninguna cosa he deseado ni deseo más en este mundo que ofrecerse
caso en que mi voluntad se experimente por todas vías en el servicio de
vuestra majestad, y aunque a la sazón yo estaba pobre y adeudado,
pusiera toda mi posibilidad porque se cumpliera lo que de mi parte se
había prometido a vuestra majestad, y así lo hiciera ahora, sino que,
como a vuestra majestad en la relación escribo, estoy tan alcanzado y
pobre que de todo cuanto he conquistado y ganado y servido a vuestra
majestad no me queda sino mi persona lastimada y herida en diversas
partes, y puesta en necesidad ella y todos mis amigos; y si esto no es
así, véanse las astucias y diligencias que Gonzalo de Salazar hizo por
descubrir mis riquezas, y los tormentos que dio a quien tenía cargo de
mi casa, y cómo la aró y cabó por muchos lugares, hasta que quedó
satisfecha su mala intención. Y en cuanto a saber vuestra majestad cómo
yo he hecho en estas partes las cosas de sus servicios, y que se vea mi
limpieza, si mis obras y servicios no han bastado para ello, bien sé que
no ha estado el defecto en ellos, sino en mi dicha y en los envidiosos
de lo que he servido. Y porque en la relación larga que envio a vuestra
majestad toco más largo en esta materia, aquí no diré más de quedar
aparejado y obediente a todo cuanto a vuestra majestad fuere servido de
me mandar, como siempre lo he hecho.
En
lo que toca a la hacienda de vuestra majestad no sé qué decir sino que
en lo que en mí es la procuro, como haría la salvación de mi ánima: los
oficiales harán relación de ello a vuestra majestad; solamente quiero
decir que tengo por muy dificultoso haber buen recaudo en ella por las
muchas y grandes diferencias e intereses que entre ellos ha habido y
hay.
El
cargo de alguacil mayor de esta Nueva España, de que vuestra majestad
mandó proveer a Diego Hernández de Proaño, se le entregó luego como
presentó su provisión, y comenzó a usar de él. Asimismo se entregó la
fortaleza que se hace en esta ciudad a Pedro de Salazar, como vuestra
majestad lo mandó; y son personas en quien caben muy bien semejantes
cargos. Las Atarazanas de esta ciudad, donde están los bergantines, se
entregaron a Lope de Lamego. En esto nos pareció que vuestra majestad
nos hacía agravio, porque no era cargo aquél de que vuestra majestad
mandara proveer a un mancebo que servía ayer a Rodrigo de Albornoz.
Suplico a vuestra majestad por mi y por los conquistadores de estas
partes, que cuando semejantes cargos mandare proveer, mande primero
saber qué personas son y de qué calidad; y no parezca que vuestra
majestad tiene en tan poco esta tierra, que se da lo que pide al primero
que llegue. Y lo mismo suplicamos a vuestra majestad haga respecto en
los oficios de regimientos, porque aqul se han recibido algunos que en
la española y en otras islas se suplicará de ello.
Estando
escribiendo ésta me vinieron unos indios mensajeros de una provincia
que se dice Tecoantepeque, que está a la mar del Sur ciento y veinte
leguas de esta ciudad, y trajéronme dos cartas, una de un español que yo
tengo en aquella provincia, y otra de un Guevara, capitán, y por ella
entendí cómo a aquella costa había aportado una nao de la conserva del
capitán Loaysa, que vuestra majestad había mandado despachar de la
Coruña para las islas del Maluco, sin batel y con mucha necesidad de
mantenimientos; y viendo que eran vasallos de vuestra majestad luego
proveí que fuese una persona de bien a ver la necesidad de dicho
capitán, y la proveyese muy cumplidamente; y le escribí que si él quería
ir en compañía en seguimiento de su derrota, que yo tenía tres navíos
ya a punto para ir en busca de la Especiería, y que irían todos juntos; o
que viese lo que quería hacer, que yo le haría todo buen tratamiento, y
le socorrerla en todo lo que hubiese menester. Y después recibí cartas
del dicho capitán y del piloto del navío en que me hacían saber que
estaban en puerto seguro, y que habían recibido muy buen tratamiento de
la persona que yo allí tenia, y las dichas cartas envio con la presente a
vuestra majestad.
Asimismo
envio una relación que un Juan de Arizaga, clérigo, natural de
Guipúzcoa, me dio del viaje que el dicho Loaysa hizo después que salió
de la Coruña hasta que embocó y desembocó el estrecho de Magallanes,
porque desde que desembocaron, el navío Santiago donde él venía, perdió
la flota, y arribó a esta costa, que yo tengo descubierta de la mar del
Sur. Creo que holgará vuestra majestad de lo saber, especialmente si el
navío en que iba por capitán don Rodrigo de Acuña y el navío Nunciada,
que creen éstos que no quisieron seguir a Loaysa, no han aportado a esos
reinos.
De
algunas personas que a estas partes han venido, especialmente de Juan
de Ribera que residió en la corte de vuestra majestad en mis negocios,
he sabido cómo vuestra majestad no solamente no me tenia en servicio el
trabajo y gasto que hacia en descubrir y sujetar a su servicio algunas
tierras y provincias de estas partes, pero que no lo tenia por bueno, y
que los del Consejo de vuestra majestad se lo habían dado a entender
muchas veces, diciendo que en lo que yo tenia pacífico y sujeto a
vuestra majestad había harto en qué entender. La verdad es que si yo
pospusiera lo que debía al servicio de vuestra majestad por seguir tras
mi interés, que había harta disposición en esta Nueva España sin
entremeterme en descubrimientos y sujeción de tierras; pero yo he tenido
propósito de servir a vuestra majestad con mucha fidelidad y
ensancharle su señorío, posponiendo para ello todo trabajo y costa, y en
la venida de esta nao se parece si era cosa provechosa descubrir y
pacificar la tierra; porque si yo no tuviera pacificadas más de ...
leguas de costa, a ninguna parte pudiera aportar aquella nao ni otra
ninguna que no mataran la gente de ella. Suplico a vuestra majestad lo
mande ver y considerar, y hallará que en todo el descubrimiento y
pacificación que he hecho en estas partes he servido mucho a vuestra
majestad.
Invictisimo
César, Dios Nuestro Señor la vida y muy poderoso estado de vuestra
sacra majestad conserve y aumente por muy largos tiempos como vuestra
majestad desea.
De la ciudad de Tenuxtitlan a 11 de septiembre de 1526 años.
De vuestra sacra majestad muy humilde siervo y vasallo que los muy reales pies y manos de vuestra majestad besa.
Hernando Cortés.


Sacra
católica cesárea majestad. Por otra mía que va con la presente hice
saber a vuestra majestad cómo después de la muerte de Luis Ponce la
justicia y regimiento de esta ciudad y los procuradores de las otras
villas de esta Nueva España me habían requerido afectuosamente que
tornase a recibir en mí el encargo de gobernador, según parece por un
requirimiento que sobre ello me hicieron, el cual envío al Consejo de
vuestra majestad; y porque el dicho Luis Ponce había dado su poder al
licenciado Marcos de Aguilar, y principalmente por que vuestra majestad
conociese mi obediencia y fidelidad, no quise aceptar lo que toda la
tierra me requería, sino que el dicho Marcos de Aguilar quedase por
justicia de vuestra majestad; y porque el dicho Luis Ponce no me había
suspendido el cargo de capitán general, ni la administración ni
encomienda de los indios, determinó que yo quedase con aquellos cargos
hasta que vuestra majestad mandase proveer otra cosa, según que de todo
esto en la carta que escribo a vuestra majestad hago más larga relación.
Y
puesto que yo conocí que para que la dicha jurisdicción quedase con
Marcos de Aguilar, Alonso de Estrada y Rodrigo de Albornoz habían puesto
mucha diligencia, y lo procuraban con tanta eficacia como si cosa del
mundo no conviniera más al servicio de vuestra majestad, yo veía
claramente que su fin era para traer después a su propósito al dicho
Marcos de Aguilar, y con voz de justicia hacer algunas cosas en
deservicio de vuestra majestad y en perjuicio de la tierra, y otras en
perjuicio y disfavor de mi persona; y que por evitar estas cosas que
todas se me representaban como si las viera, convenía mucho que quedara
en mí el dicho cargo de gobernador, todo lo quise posponer por mostrar
más clara mi limpieza, y no aceptar el dicho cargo de gobernador.
Después
de haber quedado, como digo, la gobernación de la justicia con el dicho
Marcos de Aguilar, los dichos Estrada y Albornoz hacían tantas juntas y
cabildos con él, induciéndole a algunas maneras de provisión en tal
manera escandalosas que ponían casi tOda la tierra en alboroto, y todo
encaminaban a fin de me hacer errar, viendo que en lo pasado yo había
acertado; a lo cual todo yo daba lugar y disimulación porque me parecía
que en esto servía más a vuestra majestad.
Como
yo siempre he procurado y procuro el buen tratamiento y conservación de
los naturales de estas partes, había para ello hecho ciertos días habrá
unas ordenanzas muy provechosas a los indios, sobre la manera que
habían de tener sobre el servicio de los españoles, y lo que éstos de su
parte habían de hacer para que los indios naturales fuesen bien
tratados y relevados, y ellos aprovechados, las cuales envío a vuestra
majestad, pues como ya he dicho a vuestra majestad, el cargo de capitán
general y administración de los indios había quedado en mí, porque
solamente tocaban en el buen tratamiento de los naturales.
Y
como esto vieron los dichos Estrada y Albornoz, juntan gente armada, y
van al dicho Marcos de Aguilar, diciendo que aquello yo no lo podía
hacer, y que era usar de jurisdicción, y que estaba suspenso de aquello y
de todo lo demás, y que lo remediase y castigase, y por calumniarme
inducieron al dicho Marcos de Aguilar a que luego saliese a la plaza de
esta ciudad, y diese un pregón que todos acudiesen a él y a sus
llamamientos, y obedeciesen sus mandamientos y no de otra persona. El
cual se dio estando yo presente, y respondí que yo sería el primero que
acudiría a su llamamiento de día y de noche. E hizo pregonar una cédula o
provisión de vuestra majestad que traía Luis Ponce, en que mandaba a
todos los vecinos le siguiesen y acudiesen a él para todo lo que es
mandase. Lo cual hacía e hicieron por me desfavorecer, y dar a entender a
las gentes que vuestra majestad holgaría que yo fuese desfavorecido, y
no porque había necesidad del dicho pregón.
Luego
otro día el dicho Marcos de Aguilar, inducido y requerido por los
dichos Albornoz y Estrada, me requirió y mandó que mostrase por dónde
usaba el cargo de Capitán general, y el de la encomienda y depósito de
los indios, y si tenía para ello provisión de vuestra majestad después
de la muerte de Luis Ponce, y si no que no usase de lo uno ni de lo
otro; y yo, por obedecer a la justicia que tiene voz de vuestra
majestad, me desistí de los dichos cargos con ciertas protestaciones,
según parece por los autos que sobre ello pasaron, y envío al Consejo de
vuestra majestad.
Pienso
que vuestra majestad se irá satisfaciendo de mi limpieza, pues no
solamente obedecí y cumplí lo que el juez enviado por vuestra majestad
me mandó, pero aun obedezco y cumplo todo lo que me manda el juez que no
tengo por competente, ni fue ni es nombrado por vuestra majestad ni por
su Consejo. En lo cual padezco hartos disfavores, y no tal tratamiento
cual mis servicios merecen; ni creo que vuestra majestad lo consentiría
si lo viese.
Y
todo lo causan estos sus oficiales, que por el odio y enemistad que me
tienen, trabajan de continuo de me pagar, no en las obras que de mí han
recibido. Y parece que su ventura les ha traído a este licenciado a la
mano, para conseguir lo que quieren, hasta que vuestra majestad lo mande
remediar. Pero no podrán tanto ellos ni ninguno de ellos, ni serán sus
intrincaciones tan bastantes que me compelan a salir de mi sufrimiento y
paciencia. Y porque sobre todas las cosas del mundo yo he deseado dar a
conocer a vuestra majestad mi fidelidad y obediencia, y después de la
venida de Luis Ponce hasta ahora, se han ofrecido cosas en que la he
mostrado, y la mostraré más, mandándome vuestra majestad tomar cuenta y
residencia de mis cargos, humildemente suplico a vuestra majestad, pues
esto cesó con la muerte de Luis Ponce, y el licenciado Marcos de Aguilar
no me la quiso tomar, que vuestra majestad provea cómo se me tome la
dicha residencia, para que se acabe de quitar de mí el obstáculo y
sospecha que sin merecimiento se me ha puesto.
Invictísimo
César, Dios Nuestro Señor la vida y muy poderoso estado de vuestra
sacra majestad conserve y aumente por muy largos tiempos como vuestra
majestad desea.
De la ciudad de Tenuxtitlan a 11 de septiembre de 1526 años.
De vuestra sacra majestad muy humilde siervo y vasallo que los muy reales pies y manos de vuestra majestad besa.
Hernando Cortés.

Índice de Cartas de relación de Hernán CortésTercera parte de la Quinta Carta-Relación de Hernán Cortés al Emperador Carlos V, del 3 de septiembre de 1526Carta de Hernán Cortés al Emperador Carlos V, del 10 de octubre de 1530Biblioteca Virtual Antorcha


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