Romanos 5:8
Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Romanos 10:9
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 6:23
Que según su grande misericordia nos hizo renacer para
una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.
1 Pedro 1:3
una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos.
1 Pedro 1:3
Antiguo Testamento Vs. Nuevo Testamento ¿Cuáles son las diferencias?
Pregunta: "Antiguo Testamento Vs. Nuevo Testamento ¿Cuáles son las diferencias?"
Respuesta:
El Antiguo Testamento establece los cimientos para las enseñanzas y
eventos que se encuentran en el Nuevo Testamento. La Biblia es una
revelación progresiva. Si te saltas la primera mitad de cualquier buen
libro y tratas de terminarlo, tendrás dificultad para entender los
personajes, la trama y el final. De la misma manera, el Nuevo Testamento
sólo es plenamente comprendido cuando es visto como un cumplimiento de
los eventos, personajes, leyes, sistema sacrificial, pactos y promesas
del Antiguo Testamento.
Si sólo tuviéramos el Nuevo Testamento, vendríamos a los Evangelios, y
no sabríamos por qué los judíos estaban buscando al Mesías (un Rey
Salvador). Sin el Antiguo Testamento, no comprenderíamos por qué este
Mesías vendría (ver Isaías 53)
y no seríamos capaces de identificar a Jesús de Nazaret como el Mesías a
través de las muchas detalladas profecías que fueron dadas
concernientes a Él; por ejemplo, Su lugar de nacimiento (Miqueas 5:2); la manera en que moriría (Salmos 22, especialmente vv. 1, 7-8, 14-18; Salmos 69:21, etc.). Su resurrección (Salmos 16:10), y muchos detalles más sobre Su ministerio (Isaías 52:13; 9:2, etc.).
Sin el Antiguo Testamento, no entenderíamos las costumbres judías que
son mencionadas en pasajes del Nuevo Testamento. No entenderíamos las
perversiones que hicieron los fariseos a la ley de Dios, al añadirle sus
tradiciones. No entenderíamos por qué Jesús estaba tan enfadado
mientras Él purificaba el patio del templo. No entenderíamos que podemos
usar la misma sabiduría que usó Jesucristo en Sus muchas respuestas a
Sus adversarios (tanto humanos como demoníacos).
De manera similar, los Evangelios y los Hechos de los apóstoles en el
Nuevo Testamento, registran el cumplimiento de muchas profecías que
fueron escritas cientos de años antes en el Antiguo Testamento. Muchas
de éstas, relatan la primera venida del Mesías. En las circunstancias
del nacimiento, vida, milagros, muerte y resurrección de Jesucristo como
se encuentra en los Evangelios, vemos el cumplimiento de profecías del
Antiguo Testamento relacionadas con la primera venida del Mesías. Son
estos detalles los que validan la declaración de Jesús de ser Él el
Cristo prometido. Y aún las profecías del Nuevo Testamento (muchas de
las cuales están en el libro de Apocalipsis), están erigidas sobre
antiguas profecías que se encuentran en los libros del Antiguo
Testamento. Estas profecías del Nuevo Testamento, relatan los eventos
que rodean la segunda venida de Cristo. Aproximadamente dos de cada tres
versos en el Apocalipsis están basados en versos del Antiguo
Testamento.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, contienen numerosas lecciones
para nosotros a través de las vidas de sus muchos personajes falibles,
quienes poseían la misma naturaleza que nosotros en la actualidad.
Observando sus vidas, podemos ser animados a confiar en Dios sin
importar lo que suceda (Daniel 3), y a no comprometernos en las cosas pequeñas (Daniel 1), para que seamos fieles más tarde ante las cosas grandes (Daniel 6). Podemos aprender que es mejor confesar el pecado pronta y sinceramente, en lugar de pasar la culpa a otros (1 Samuel 15). Podemos aprender a no jugar con el pecado, porque nos encontrará desprevenidos y su mordida resulta mortal (Ver Jueces 13-16).
Podemos aprender que necesitamos confiar y obedecer a Dios, si esperamos
experimentar Su vivir en “la tierra prometida” en esta vida y Su
paraíso en la próxima (Números 13). Aprendemos que si consideramos el pecado, sólo nos estamos exponiendo a cometerlo (Génesis 3; Josué 6-7).
Aprendemos que el pecado tiene consecuencias, no sólo para nosotros
mismos, sino para nuestros seres amados y a la inversa, que nuestro buen
comportamiento tiene recompensas no sólo para nosotros sino también
para aquellos que están a nuestro alrededor (Génesis 3; Éxodo 20:5-6).
En el Nuevo Testamento, tenemos el ejemplo de Pedro para aprender a no
atrevernos a confiar en nuestra propia fuerza o FRACASAREMOS (Mateo 26:33-41).
En las palabras del ladrón en la cruz, vemos que es a través de una fe
sencilla y sincera que somos salvados de nuestro pecado (Lucas 23:39-43). También vemos en el Nuevo Testamento cómo debe ser una iglesia viva (Hechos 2:41-47; 13:1-3, etc.)
Así mismo, como la revelación de la Escritura es progresiva, el Nuevo
Testamento trae a la luz enseñanzas de las que sólo se aludían en el
Antiguo Testamento. El libro de Hebreos describe cómo Jesús es el
verdadero Sumo Sacerdote, y Su sacrificio único reemplaza todos los
sacrificios anteriores que fueron sólo semejanzas de ese sacrificio. El
Antiguo Testamento expone la Ley, compuesta de dos partes: los
mandamientos y las bendiciones/maldiciones que provienen de la
obediencia o desobediencia de esos mandamientos. El Nuevo Testamento
clarifica que Dios dio esos mandamientos para mostrar al hombre su
necesidad de salvación y nunca se pretendió que fueran un medio para la
salvación (Romanos 3:19).
El Antiguo Testamento describe el sistema sacrificial que Dios dio a los
israelitas para cubrir temporalmente sus pecados. El Nuevo Testamento
clarifica que este sistema era sólo una alusión al sacrificio de Cristo,
únicamente a través del cual se encuentra la salvación (Hechos 4:12; Hebreos 10:4-10).
El Antiguo Testamento vio el paraíso perdido; el Nuevo Testamento
muestra cómo el paraíso fue recobrado para la raza humana, a través del
segundo Adán (Cristo) y cómo un día será restaurado. El Antiguo
Testamento declara que el hombre fue separado de Dios a causa del pecado
(Génesis 3), y el Nuevo Testamento declara que ahora el hombre puede ser restaurado a su relación con Dios (Romanos 3-6).
El Antiguo Testamento predijo la vida del Mesías. Los Evangelios
registran principalmente la vida de Jesús, y las Epístolas interpretan
Su vida y cómo debemos responder a todo lo que Él ha hecho y hará.
Nuevamente, mientras que el Nuevo Testamento es la “aclaración” del
cuadro, el Antiguo Testamento no es menos importante. Además de contener
los cimientos para el Nuevo Testamento, sin el Antiguo Testamento no
tendríamos una base para sostenernos contra el error de las perversiones
políticamente correctas de nuestra sociedad, en la que la evolución es
vista como creadora de todas las especies a través de millones de años
(en lugar de ser ellas el resultado de la creación especial de Dios en
seis días literales). Aceptaríamos la mentira de que los matrimonios y
la unidad familiar son una estructura evolutiva que debe continuar
cambiando ante los cambios sociales, en vez de ser vista como un diseño
de Dios con el propósito de criar buenos hijos y para la protección de
aquellos que de otra manera serían utilizados y abusados (más
frecuentemente las mujeres y los niños).
De la misma manera, sin el Antiguo Testamento, no entenderíamos las
promesas que Dios cumplirá en un futuro en la nación judía. Como
resultado, no veríamos propiamente que el período de la Tribulación es
un lapso de siete años en el cual Cristo trabajará específicamente con
la nación judía que lo rechazó en Su primera venida, pero que lo
recibirá en Su segunda venida. No entenderíamos cómo el futuro reinado
de Cristo de 1,000 años encaja en Sus promesas a los judíos, ni cómo los
gentiles encajarían en él. Tampoco veríamos cómo el final de la Biblia
ata los cabos sueltos que no fueron revelados en el principio de la
Biblia, cómo Dios restaurará el paraíso que Él originalmente creó para
que fuera este mundo, y cómo disfrutaremos de un íntimo compañerismo con
Él de una manera personal como en el Huerto del Edén.
En resumen, el Antiguo Testamento proporciona los cimientos, y fue hecho
para preparar a los israelitas para la venida del Mesías quien se
sacrificaría a Sí Mismo por los pecados de la nación (así como por los
pecados del mundo entero). El Nuevo Testamento comparte la vida de
Jesucristo y luego mira hacia atrás a lo que Él hizo, y cómo debemos
responder a Su regalo de vida eterna y vivir nuestras vidas en gratitud
por todo lo que Él ha hecho por nosotros (Romanos 12).
Ambos testamentos revelan al mismo santo, misericordioso y justo Dios,
quien debe condenar el pecado, pero que desea atraer hacia Él a la raza
humana caída de pecadores mediante el perdón, sólo posible a través del
sacrificio expiatorio de Cristo como pago por el pecado. En ambos
testamentos, Dios se revela a nosotros y la manera en que debemos venir a
Él a través de Jesucristo. Y en ambos testamentos, encontramos que
todos necesitamos una vida piadosa y la vida eterna (2 Timoteo 3:15-17).
Antiguo Testamento Vs. Nuevo Testamento ¿Cuáles son las diferencias?
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