España
Tras su huida de España, donde estaba
acusado de asesinar al secretario de Don Juan de Austria, Antonio Pérez
facilitó información a los enemigos de la Monarquía hispánica a cambio
de protección. Falleció en París inmerso en la más absoluta pobreza en
1611
historia
El intrigante secretario de Felipe II que se alió con los ingleses para atacar Cádiz
Tras su huida de España, donde estaba
acusado de asesinar al secretario de Don Juan de Austria, Antonio Pérez
facilitó información a los enemigos de la Monarquía hispánica a cambio
de protección. Falleció en París inmerso en la más absoluta pobreza en
1611
Antonio Pérez se esforzó hasta el último día de su vida en ganarse el deshonor de ser uno de los grandes villanos de la historia de España. «Quitaba de los billetes los pares y daba los nones», escribió en una ocasión Gaspar de Quiroga, el Inquisidor general entre 1572 y 1594, sobre la compleja red de mentiras y dobles juegos que mantenía el secretario de Felipe II.
Cuando sospechó que su antiguo «criado» Juan de Escobedo podía revelar
sus secretos al Rey –entre ellos su probable relación íntima con la Princesa de Éboli–, Pérez convenció a Felipe II para que accediera a asesinarlo bajo falsas acusaciones.
La muerte de Escobedo fue el principio del fin del todopoderoso
secretario, que en su huida provocó una grave rebelión en Aragón y
terminó uniéndose a los enemigos de la Monarquía hispánica. La leyenda negra española, en efecto, le debe muchos párrafos a la pluma del insidioso Pérez.
Antonio Pérez del Hierro era hijo de Gonzalo Pérez, secretario de Carlos I y de Felipe II,
que habiéndose ordenado sacerdote en fechas anteriores a ser padre
nunca esclareció quién era la madre del niño, posiblemente la doncella
madrileña Juana de Escobar. Cabe mencionar que Gonzalo Pérez fue propietario de una de las mejores bibliotecas de su tiempo y un cultivado humanista. Fue, además, quien tradujo «La Odisea» de Homero al español.
No en vano, en una de sus habituales aproximaciones a la historia,
Gregorio Marañón cuestionó su paternidad y planteó que, paradójicamente,
Antonio Pérez pudo ser el resultado de una relación extramatrimonial
del Príncipe de Éboli, Ruy Gómez de Silva, que asumió Gonzalo Pérez por lealtad al poderoso noble. Sea de una forma u otra, el joven fue educado en las más prestigiosas universidades españolas e italianas de su tiempo, bajo la protección de la familia castellana de los Mendoza, que estaba emparentada con el Príncipe de Éboli a través de su matrimonio con Ana de Mendoza de la Cerda.
Con su formación y el apoyo de la Casa Mendoza, que vertebraba una de las dos facciones de la Corte, Antonio Pérez fue nombrado en 1553 secretario del entonces Príncipe Felipe. En medio de la lucha por situar a gente afín a su grupo en los cargos de influencia, Fernando Álvarez de Toledo y Ruy Gómez de Silva
–las dos cabezas de las facciones– se disputaron a la muerte de Gonzalo
Pérez sus competencias como secretario de Estado en 1566. Finalmente,
fue su hijo Antonio –«un ebolista»– quien recibió el puesto de secretario de Estado de asuntos «fuera de España»,
aunque sus competencias fueron recortadas respecto a las de su padre,
haciéndose cargo solo de los asuntos de Italia y el Mediterráneo.
Asimismo, Gabriel de Zayas, el candidato del otro bando, asumió el resto de funciones del fallecido en el norte de Europa.
(bélicos en lo respectivo a Flandes y defensores de la preeminencia de
la nobleza castellana en la Corte). Además, el todopoderoso secretario
se asoció con la esposa del fallecido, Ana de Mendoza de la Cerda, de la
que nunca se separaba. Para explicar la frecuencia y duración de las
reuniones entre ambos, que dieron pábulo a rumores de amorío entre ellos, la Princesa deslizó públicamente que Antonio Pérez era hijo natural del Príncipe de Éboli.
«Una
estratagema a mí parecer, y muy donosa, he oído hoy que ha hecho la
princesa, que estando con ella Antonio Pérez, llamó a sus hijos y les
dijo que por algunas causas de consideración se había callado lo que les
diría, y fue que tuvieran a Antonio Pérez por hermano, como a hijo de su padre. Así va el mundo», relató en una carta dirigida a Felipe II otro de los secretarios reales, Mateo Vázquez.
La «estratagema» de Ana de Mendoza, conocida entre sus enemigos como
«La Hembra», no parece que convenciera a nadie, ni sirvió para acallar
los rumores. Como recoge Geoffrey Parker en su célebre biografía, el
propio Rey, al que también se le relacionó de forma íntima con «La Hembra»,
contestó furioso ante la noticia: «Esto es malo de creer, aunque si de
alguna persona se puede creer es de esa señora, de quien me habréis
visto andar siempre bien recatado…».
Más
allá de las acusaciones en voz baja, la asociación entre Antonio Pérez y
«La Hembra» fue muy provechosa para ambos. Como líder de la facción de
los «ebolistas», Antonio Pérez amplió la red de intereses e intercambio de favores en la Corte y trabajó para causar la caída de la Casa de Toledo. Una muestra de su doble juego se hizo presente en su opaca relación con Don Juan de Austria, hermanastro del Rey y héroe de la Batalla de Lepanto, quien, equivocadamente, creía que Antonio Pérez era un sincero amigo y aliado. Nada más lejos de la realidad. Pérez designó a su antiguo «criado» Juan de Escobedo –entonces secretario de Hacienda– como secretario personal de Don Juan de Austria
con la intención de que hiciera las veces de confidente y diera
meticulosa cuenta de los asuntos del hermano del Rey, quien en 1576 fue nombrado Gobernador de los Países Bajos. Sin embargo, el carismático Don Juan de Austria no tardó en ganarse la lealtad de su secretario, por lo que dejó de informar de sus movimientos. Al contrario, Escobedo viajó varias a España para reclamar el envío de tropas y fondos a Flandes. En su último viaje, a principios de 1578, Escobedo pagó con su vida la traición a Pérez.
a la altura de la calle Almudena de Madrid. Este asesinato y otras
intentonas previas de envenenamiento habían sido planeadas por Antonio
Pérez y consentidas por el Rey.
Pérez quería eliminar a Escobedo porque ahora que estaban enemistados –posiblemente el enviado de Don Juan de Austria había intentado chantajearle a cambio de apoyos en Flandes– temía que éste pudiera revelar al Rey información comprometida sobre el secretario.
Así, se especula con que Escobedo podía demostrar que Pérez aceptaba
sobornos y dávisas; que sabía detalles sobre la relación de Pérez con la
Princesa de Éboli; y que podía desmontar las mentiras del secretario respecto a Don Juan de Austria.
Si
bien es fácil entender porque Pérez quería a Escobedo muerto, ¿Cómo
logró convencer al Rey de que también era una amenaza para él? Pérez
utilizó la manipulación para presentar al hermanastro del Rey y a su secretario como dos conspiradores
que planeaban derrocarle. Para ello, el secretario argumentó que las
conversaciones que había mantenido en secreto Don Juan de Austria con el Papa Gregorio XIII y con el líder de los católicos franceses, el duque de Guisa, perseguían «venir a ganar a España y echar a su Majestad».
En opinión de Geoffrey Parker, autor del libro «Felipe II, la biografía
definitiva», el Monarca, «desconfiado por naturaleza», albergaba
sospechas especialmente profundas sobre las ambiciones de su hermano en
Flandes y en Inglaterra, donde había visto con buenos ojos un plan del
Papa para atacar las islas y casarse con la católica María de Estuardo.
La idea, por tanto, no sonó nada inverosímil a oídos regios. Felipe II autorizó que se le envenenara pero probablemente desconocía, y no lo hubiera aceptado, el brutal plan b de asesinarle en plena calle a la luz del día.Por
su parte, aunque Don Juan de Austria actuó en ocasiones de manera
imprudente e incluso desafiante (es cierto que se reunió con el duque de Guisa sin avisar al Rey), algo propio de su juventud, nada hace sospechar ni de forma remota que tuviera intención de derrocar a su hermano. Pérez había engañado al Monarca de forma abultada, y no iba a tardar mucho en saberse. La muerte de Don Juan de Austria en Flandes en circunstancias trágicas y sintiéndose abandonado por su hermano prendió la llama del remordimiento en Felipe II.
Tras una ofensiva encabezada por Mateo Vázquez para demostrar las intrigas de Pérez, el secretario hizo llegar al Rey la correspondencia de Don Juan de Austria.
Considerándose traicionado, Felipe II ordenó la detención de Pérez la
noche del 28 de julio de 1579. La Princesa de Éboli, asimismo, fue
puesta bajo custodia, primero en la Torre de Pinto, luego en el castillo de Santorcaz y, finalmente, fue recluida en su propio palacio de Pastrana, donde pasó el resto de su vida.
la causa por la que Pérez fue enjuiciado se limitó a asuntos de
corrupción. No en vano, el proceso se alargó durante 11 años y,
simultáneamente, se inició la investigación por el asesinato de Escobedo, que acabó con la acusación formal y tortura del reo. En abril de 1590, ayudado por su esposa, Juana Coello, Antonio Pérez escapó de su prisión en Madrid
y huyó a Zaragoza, donde consiguió la protección de los fueros. Cabe
recordar que el padre de Pérez había obtenido gracias al favor real el
certificado de legitimidad de su hijo y una declaración de «natural de Aragón», de donde procedía el linaje de Gonzalo Pérez. Esta decisión salvó la vida de su hijo medio siglo después.
Mientras en Madrid era condenado a muerte en su ausencia, Pérez encontró en el Reino de Aragón el apoyo del duque de Villahermosa, del conde Aranda y principalmente de Diego de Heredia.
Felipe II, desesperado por la lentitud de la justicia aragonesa y
porque no creía probable que le entregaran a uno de sus naturales, usó
un tribunal contra el que los fueros aragoneses y la Justicia aragonesa
no podían oponerse: la Inquisición. En mayo de 1591, Antonio Pérez fue
trasladado de la prisión del Justicia a la de la Inquisición. La
decisión provocó una revuelta en Zaragoza, conocida como «Revuelta de Antonio Pérez» o «Turbaciones de Aragón», que derivó en una grave crisis en Aragón por la defensa de los fueros y terminó con Pérez huyendo de la Península Ibérica.
La revuelta en Aragón,
que no contó con el apoyo de los catalanes ni los valencianos, obligó a
Felipe II a movilizar a un ejército de 12.000 hombres y a restaurar el orden personalmente en Zaragoza. Al final del conflicto, Felipe II publicó un indultó, que excluía a 22 destacados traidores (encabezados por Antonio Pérez) y a 125 participantes notorios.
Antonio Pérez huyó a Bearn (el País Vasco francés), donde recibió el apoyo de Enrique IV de Francia para intentar una invasión francesa a través de Aragón, que finalmente fracasó. En esta ciudad, Pérez publicó la primera edición de sus textos «Relaciones», uno de los pilares de la leyenda negra contra España que ha perdurado durante siglos. Más tarde, Pérez se trasladó a Inglaterra, donde ofreció información secreta para el ataque inglés a Cádiz de 1596.
Una operación militar que causó el saqueo de la ciudad y cuantiosas
pérdidas económicas, y que probablemente contó con la presencia del
antiguo secretario de Felipe II embarcado en uno de los bajeles ingleses
pero sin mando.
Tras reclamar en varias ocasiones el perdón de la Corona sin éxito, Antonio Pérez falleció en París en la más absoluta pobreza en 1611. Fue enterrado en el convento de los celestinos, destruido durante la Revolución Francesa.
Toda la actualidad en portada Cuando sospechó que su antiguo «criado» Juan de Escobedo podía revelar
sus secretos al Rey –entre ellos su probable relación íntima con la Princesa de Éboli–, Pérez convenció a Felipe II para que accediera a asesinarlo bajo falsas acusaciones.
La muerte de Escobedo fue el principio del fin del todopoderoso
secretario, que en su huida provocó una grave rebelión en Aragón y
terminó uniéndose a los enemigos de la Monarquía hispánica. La leyenda negra española, en efecto, le debe muchos párrafos a la pluma del insidioso Pérez.
Antonio Pérez del Hierro era hijo de Gonzalo Pérez, secretario de Carlos I y de Felipe II,
que habiéndose ordenado sacerdote en fechas anteriores a ser padre
nunca esclareció quién era la madre del niño, posiblemente la doncella
madrileña Juana de Escobar. Cabe mencionar que Gonzalo Pérez fue propietario de una de las mejores bibliotecas de su tiempo y un cultivado humanista. Fue, además, quien tradujo «La Odisea» de Homero al español.
No en vano, en una de sus habituales aproximaciones a la historia,
Gregorio Marañón cuestionó su paternidad y planteó que, paradójicamente,
Antonio Pérez pudo ser el resultado de una relación extramatrimonial
del Príncipe de Éboli, Ruy Gómez de Silva, que asumió Gonzalo Pérez por lealtad al poderoso noble. Sea de una forma u otra, el joven fue educado en las más prestigiosas universidades españolas e italianas de su tiempo, bajo la protección de la familia castellana de los Mendoza, que estaba emparentada con el Príncipe de Éboli a través de su matrimonio con Ana de Mendoza de la Cerda.
Con su formación y el apoyo de la Casa Mendoza, que vertebraba una de las dos facciones de la Corte, Antonio Pérez fue nombrado en 1553 secretario del entonces Príncipe Felipe. En medio de la lucha por situar a gente afín a su grupo en los cargos de influencia, Fernando Álvarez de Toledo y Ruy Gómez de Silva
–las dos cabezas de las facciones– se disputaron a la muerte de Gonzalo
Pérez sus competencias como secretario de Estado en 1566. Finalmente,
fue su hijo Antonio –«un ebolista»– quien recibió el puesto de secretario de Estado de asuntos «fuera de España»,
aunque sus competencias fueron recortadas respecto a las de su padre,
haciéndose cargo solo de los asuntos de Italia y el Mediterráneo.
Asimismo, Gabriel de Zayas, el candidato del otro bando, asumió el resto de funciones del fallecido en el norte de Europa.
El sucesor de Ruy Gómez de Silva
En 1573, murió el Príncipe de Éboli y Antonio Pérez pasó a encabezar la facción designada por algunos autores como «las Palomas» (papistas, defensores de una solución pacífica en Flandes y una acción militar contra Inglaterra), en contraposición con «los Halcones»(bélicos en lo respectivo a Flandes y defensores de la preeminencia de
la nobleza castellana en la Corte). Además, el todopoderoso secretario
se asoció con la esposa del fallecido, Ana de Mendoza de la Cerda, de la
que nunca se separaba. Para explicar la frecuencia y duración de las
reuniones entre ambos, que dieron pábulo a rumores de amorío entre ellos, la Princesa deslizó públicamente que Antonio Pérez era hijo natural del Príncipe de Éboli.
«Una
estratagema a mí parecer, y muy donosa, he oído hoy que ha hecho la
princesa, que estando con ella Antonio Pérez, llamó a sus hijos y les
dijo que por algunas causas de consideración se había callado lo que les
diría, y fue que tuvieran a Antonio Pérez por hermano, como a hijo de su padre. Así va el mundo», relató en una carta dirigida a Felipe II otro de los secretarios reales, Mateo Vázquez.
La «estratagema» de Ana de Mendoza, conocida entre sus enemigos como
«La Hembra», no parece que convenciera a nadie, ni sirvió para acallar
los rumores. Como recoge Geoffrey Parker en su célebre biografía, el
propio Rey, al que también se le relacionó de forma íntima con «La Hembra»,
contestó furioso ante la noticia: «Esto es malo de creer, aunque si de
alguna persona se puede creer es de esa señora, de quien me habréis
visto andar siempre bien recatado…».
Pérez eligió a Escobedo para que espiara a Don Juan de Austria
allá de las acusaciones en voz baja, la asociación entre Antonio Pérez y
«La Hembra» fue muy provechosa para ambos. Como líder de la facción de
los «ebolistas», Antonio Pérez amplió la red de intereses e intercambio de favores en la Corte y trabajó para causar la caída de la Casa de Toledo. Una muestra de su doble juego se hizo presente en su opaca relación con Don Juan de Austria, hermanastro del Rey y héroe de la Batalla de Lepanto, quien, equivocadamente, creía que Antonio Pérez era un sincero amigo y aliado. Nada más lejos de la realidad. Pérez designó a su antiguo «criado» Juan de Escobedo –entonces secretario de Hacienda– como secretario personal de Don Juan de Austria
con la intención de que hiciera las veces de confidente y diera
meticulosa cuenta de los asuntos del hermano del Rey, quien en 1576 fue nombrado Gobernador de los Países Bajos. Sin embargo, el carismático Don Juan de Austria no tardó en ganarse la lealtad de su secretario, por lo que dejó de informar de sus movimientos. Al contrario, Escobedo viajó varias a España para reclamar el envío de tropas y fondos a Flandes. En su último viaje, a principios de 1578, Escobedo pagó con su vida la traición a Pérez.
Un asesinato autorizado por el Rey
La tarde del 31 de marzo de 1578, cuando regresaba de reunirse con la Princesa de Éboli, a la que consideraba todavía una aliada suya y de Don Juan de Austria, Juan de Escobedo fue atacado por un grupo de facinerosos que «le mataron de una sola estocada que atravesó su cuerpo de lado a lado»a la altura de la calle Almudena de Madrid. Este asesinato y otras
intentonas previas de envenenamiento habían sido planeadas por Antonio
Pérez y consentidas por el Rey.
Pérez quería eliminar a Escobedo porque ahora que estaban enemistados –posiblemente el enviado de Don Juan de Austria había intentado chantajearle a cambio de apoyos en Flandes– temía que éste pudiera revelar al Rey información comprometida sobre el secretario.
Así, se especula con que Escobedo podía demostrar que Pérez aceptaba
sobornos y dávisas; que sabía detalles sobre la relación de Pérez con la
Princesa de Éboli; y que podía desmontar las mentiras del secretario respecto a Don Juan de Austria.
La Princesa de Éboli fue puesta bajo custodia en su palacio de Pastrana hasta su muerte
bien es fácil entender porque Pérez quería a Escobedo muerto, ¿Cómo
logró convencer al Rey de que también era una amenaza para él? Pérez
utilizó la manipulación para presentar al hermanastro del Rey y a su secretario como dos conspiradores
que planeaban derrocarle. Para ello, el secretario argumentó que las
conversaciones que había mantenido en secreto Don Juan de Austria con el Papa Gregorio XIII y con el líder de los católicos franceses, el duque de Guisa, perseguían «venir a ganar a España y echar a su Majestad».
En opinión de Geoffrey Parker, autor del libro «Felipe II, la biografía
definitiva», el Monarca, «desconfiado por naturaleza», albergaba
sospechas especialmente profundas sobre las ambiciones de su hermano en
Flandes y en Inglaterra, donde había visto con buenos ojos un plan del
Papa para atacar las islas y casarse con la católica María de Estuardo.
La idea, por tanto, no sonó nada inverosímil a oídos regios. Felipe II autorizó que se le envenenara pero probablemente desconocía, y no lo hubiera aceptado, el brutal plan b de asesinarle en plena calle a la luz del día.Por
su parte, aunque Don Juan de Austria actuó en ocasiones de manera
imprudente e incluso desafiante (es cierto que se reunió con el duque de Guisa sin avisar al Rey), algo propio de su juventud, nada hace sospechar ni de forma remota que tuviera intención de derrocar a su hermano. Pérez había engañado al Monarca de forma abultada, y no iba a tardar mucho en saberse. La muerte de Don Juan de Austria en Flandes en circunstancias trágicas y sintiéndose abandonado por su hermano prendió la llama del remordimiento en Felipe II.
Tras una ofensiva encabezada por Mateo Vázquez para demostrar las intrigas de Pérez, el secretario hizo llegar al Rey la correspondencia de Don Juan de Austria.
Considerándose traicionado, Felipe II ordenó la detención de Pérez la
noche del 28 de julio de 1579. La Princesa de Éboli, asimismo, fue
puesta bajo custodia, primero en la Torre de Pinto, luego en el castillo de Santorcaz y, finalmente, fue recluida en su propio palacio de Pastrana, donde pasó el resto de su vida.
Una huida que provocó una grave revuelta
Originalmente,la causa por la que Pérez fue enjuiciado se limitó a asuntos de
corrupción. No en vano, el proceso se alargó durante 11 años y,
simultáneamente, se inició la investigación por el asesinato de Escobedo, que acabó con la acusación formal y tortura del reo. En abril de 1590, ayudado por su esposa, Juana Coello, Antonio Pérez escapó de su prisión en Madrid
y huyó a Zaragoza, donde consiguió la protección de los fueros. Cabe
recordar que el padre de Pérez había obtenido gracias al favor real el
certificado de legitimidad de su hijo y una declaración de «natural de Aragón», de donde procedía el linaje de Gonzalo Pérez. Esta decisión salvó la vida de su hijo medio siglo después.
Mientras en Madrid era condenado a muerte en su ausencia, Pérez encontró en el Reino de Aragón el apoyo del duque de Villahermosa, del conde Aranda y principalmente de Diego de Heredia.
Felipe II, desesperado por la lentitud de la justicia aragonesa y
porque no creía probable que le entregaran a uno de sus naturales, usó
un tribunal contra el que los fueros aragoneses y la Justicia aragonesa
no podían oponerse: la Inquisición. En mayo de 1591, Antonio Pérez fue
trasladado de la prisión del Justicia a la de la Inquisición. La
decisión provocó una revuelta en Zaragoza, conocida como «Revuelta de Antonio Pérez» o «Turbaciones de Aragón», que derivó en una grave crisis en Aragón por la defensa de los fueros y terminó con Pérez huyendo de la Península Ibérica.
La revuelta en Aragón,
que no contó con el apoyo de los catalanes ni los valencianos, obligó a
Felipe II a movilizar a un ejército de 12.000 hombres y a restaurar el orden personalmente en Zaragoza. Al final del conflicto, Felipe II publicó un indultó, que excluía a 22 destacados traidores (encabezados por Antonio Pérez) y a 125 participantes notorios.
Antonio Pérez huyó a Bearn (el País Vasco francés), donde recibió el apoyo de Enrique IV de Francia para intentar una invasión francesa a través de Aragón, que finalmente fracasó. En esta ciudad, Pérez publicó la primera edición de sus textos «Relaciones», uno de los pilares de la leyenda negra contra España que ha perdurado durante siglos. Más tarde, Pérez se trasladó a Inglaterra, donde ofreció información secreta para el ataque inglés a Cádiz de 1596.
Una operación militar que causó el saqueo de la ciudad y cuantiosas
pérdidas económicas, y que probablemente contó con la presencia del
antiguo secretario de Felipe II embarcado en uno de los bajeles ingleses
pero sin mando.
Tras reclamar en varias ocasiones el perdón de la Corona sin éxito, Antonio Pérez falleció en París en la más absoluta pobreza en 1611. Fue enterrado en el convento de los celestinos, destruido durante la Revolución Francesa.
17 comentarios
Debes estar registrado para comentar, puede hacerlo aquí, es gratisSavannah · Hace 711 días
Cínico,
taimado y sin escrúpulos, Antonio Pérez reunía todas las condiciones
para el ideal de Maquiavelo, pero compartiendo eso sí, créditos con
Felipe II, quien tampoco era ningún santo. Antes de 1579 es comprensible
que el Rey confiase plenamente es su secretario y creyera la versión de
que su Medio-hermano don Juan de Austria, conspiraba para una invasión a
Inglaterra, liberar a la reina María Estuardo, casarse con ella y una
vez rey-consorte, además de Gobernador de Flandes, opacar al rey
español. La perfidia de Pérez no tuvo límites, fue un traidor a la
patria, ya que durante años asesoró tanto a Enrique IV de Francia como a
Elizabeth I de Inglaterra en sus acciones militares contra Felipe II.
Se dedicó también a publicar escritos contra el rey, que suministraron
gran parte del material con el que se tejió la Leyenda Negra contra la
Monarquía Hispana.
taimado y sin escrúpulos, Antonio Pérez reunía todas las condiciones
para el ideal de Maquiavelo, pero compartiendo eso sí, créditos con
Felipe II, quien tampoco era ningún santo. Antes de 1579 es comprensible
que el Rey confiase plenamente es su secretario y creyera la versión de
que su Medio-hermano don Juan de Austria, conspiraba para una invasión a
Inglaterra, liberar a la reina María Estuardo, casarse con ella y una
vez rey-consorte, además de Gobernador de Flandes, opacar al rey
español. La perfidia de Pérez no tuvo límites, fue un traidor a la
patria, ya que durante años asesoró tanto a Enrique IV de Francia como a
Elizabeth I de Inglaterra en sus acciones militares contra Felipe II.
Se dedicó también a publicar escritos contra el rey, que suministraron
gran parte del material con el que se tejió la Leyenda Negra contra la
Monarquía Hispana.
ossopyros Mina de Sal · Hace 711 días
Tienes
razón, salvo en que en tiempos de Felipe II No existía el concepto de
"Patria", era sin dudar, mas un traidor al rey o como máximo a la Corona
o al Reino quizás, en lo demás de acuerdo.
razón, salvo en que en tiempos de Felipe II No existía el concepto de
"Patria", era sin dudar, mas un traidor al rey o como máximo a la Corona
o al Reino quizás, en lo demás de acuerdo.
Savannah · Hace 711 días
Felipe
II fue conocido como -Rey Prudente-, pero en realidad fue un monarca
pusilánime, al que le costaba mucho esfuerzo tomar decisiones ya que
carecía del talento político espontáneo de su rivales:
II fue conocido como -Rey Prudente-, pero en realidad fue un monarca
pusilánime, al que le costaba mucho esfuerzo tomar decisiones ya que
carecía del talento político espontáneo de su rivales:
Elizabeth de
Inglaterra, Enrique IV de Borbón y su Medio-hermano don Juan de Austria.
Este último era fruto de una aventura de Carlos V con una
trepa/cortesana. Nunca existió afecto fraternal entre ellos. Felipe
desconfiaba de su Medio-hermano, pero sobretodo sentía envidia de su
valentía y arrojo como soldado, que le dieron prestigio en toda Europa,
tras la victoria de Lepanto.
Inglaterra, Enrique IV de Borbón y su Medio-hermano don Juan de Austria.
Este último era fruto de una aventura de Carlos V con una
trepa/cortesana. Nunca existió afecto fraternal entre ellos. Felipe
desconfiaba de su Medio-hermano, pero sobretodo sentía envidia de su
valentía y arrojo como soldado, que le dieron prestigio en toda Europa,
tras la victoria de Lepanto.
bierzoj_1395863424647 · Hace 711 días
El viejo Felipe nunca estuvo en contacto con el mndoa su alrededor....sino otro gallo hubiera cantado....
Imanol · Hace 711 días
A
Felipe II le convenía que Antonio Pérez muriera con la boca cerrada
pues podía acusarlo de ser el cerebro del asesinato de Escobedo y
posiblemente del intento de asesinato de su hermano Juan de Austria fue
por esa razón que encerró de una forma cruel a la Princesa de Éboli pues
ella también sabía de las andanzas del rey. Tan católico que se
hacía.
Felipe II le convenía que Antonio Pérez muriera con la boca cerrada
pues podía acusarlo de ser el cerebro del asesinato de Escobedo y
posiblemente del intento de asesinato de su hermano Juan de Austria fue
por esa razón que encerró de una forma cruel a la Princesa de Éboli pues
ella también sabía de las andanzas del rey. Tan católico que se
hacía.
Imanol · Hace 711 días
Para
ser justo debo aclarar que lo que para nosotros en el siglo XXI era ser
un buen católico para las personas del siglo XVI era otra cosa
diferente, además los reyes se veían a sí mismos por encima del bien y
del mal.
ser justo debo aclarar que lo que para nosotros en el siglo XXI era ser
un buen católico para las personas del siglo XVI era otra cosa
diferente, además los reyes se veían a sí mismos por encima del bien y
del mal.
ossopyros Mina de Sal · Hace 711 días
Cierto. En cuanto al Rey ... pues como hace poco en España.
lugra · Hace 711 días
fray
bartolome de lascasas ... antno perez ... unlarguisimo listado de
desacreditadores hastalsvivos como fray baltasar garzon .. arturo mas y
los politicos, periodistas, bromistas y simpaticos que de dedican
actualmente a criticarnos desvalorizarnos.
bartolome de lascasas ... antno perez ... unlarguisimo listado de
desacreditadores hastalsvivos como fray baltasar garzon .. arturo mas y
los politicos, periodistas, bromistas y simpaticos que de dedican
actualmente a criticarnos desvalorizarnos.
ANTONIO PEREZ ESTABLECIO TODO UN SISTEMA.
ossopyros Mina de Sal · Hace 711 días
Supongo
te refieres al Honorable Presidente de la Generalitat de Catalunya
Artur Mas i Gabarro, tendrías que enterarte que dicho caballero jamas
dijo una sola palabra irrespetuosa contra el pueblo y/o ciudadanos
Españoles, Siempre a reclamado las FALACIAS contra el pueblo Catalán
realizadas por la Casta extractora que dirige el Gobierno Español y que
gente como tu defendéis con total ignorancia por falta de cultura por tu
parte, si te dicen que te trajo un cigüeña y te lo crees es que te
mereces los que te gobiernan.
te refieres al Honorable Presidente de la Generalitat de Catalunya
Artur Mas i Gabarro, tendrías que enterarte que dicho caballero jamas
dijo una sola palabra irrespetuosa contra el pueblo y/o ciudadanos
Españoles, Siempre a reclamado las FALACIAS contra el pueblo Catalán
realizadas por la Casta extractora que dirige el Gobierno Español y que
gente como tu defendéis con total ignorancia por falta de cultura por tu
parte, si te dicen que te trajo un cigüeña y te lo crees es que te
mereces los que te gobiernan.
lugra · Hace 711 días
ARTURO MAS es una figura tan lamentable pero no lamentado como todos los otros.
Rtres · Hace 711 días
con los ejemplos de ahora, se podría decir eso de : Igualico, igualico, que el difunto de su abuelico.
oianton · Hace 711 días
la
tolerancia con este personaje histórico en lo que derivó, si
ajusticiado una vez preso se hubieran terminado muchos problemas. Hay
un paralelo a hoy con los traidores de Mas-JUnqueras y el daño que
hacen a España y y a sus región, así como los de Bildu y demás cia
tolerancia con este personaje histórico en lo que derivó, si
ajusticiado una vez preso se hubieran terminado muchos problemas. Hay
un paralelo a hoy con los traidores de Mas-JUnqueras y el daño que
hacen a España y y a sus región, así como los de Bildu y demás cia
ssv · Hace 711 días
" la causa por la que Pérez fue enjuiciado se limitó a asuntos de corrupción. No en vano, el proceso se alargó durante 11 años " ... las cosas en este país no cambian con los siglos.
otroFelipeV · Hace 711 días
La
prudencia de Felipe II se volvió contra él. Desconfiaba hasta de su
sombra. ¿Como pudo estar tan ciego? Hizo más caso a Pérez que a su
propio hermano. Y así fue toda su vida.
prudencia de Felipe II se volvió contra él. Desconfiaba hasta de su
sombra. ¿Como pudo estar tan ciego? Hizo más caso a Pérez que a su
propio hermano. Y así fue toda su vida.
risk · Hace 712 días
seria pariente de Zapatero, algun acolito del Psoe.
publika42_1408472043178 · Hace 712 días
¡¡¡Voto a...que hemos tenido "buenos ejemplares" vive Dios
viajero · Hace 711 días
Que entre el diablo y escoja.........
No hay comentarios:
Publicar un comentario