viernes, 17 de marzo de 2017

Descubrimiento de América | Historia Universal

Descubrimiento de América | Historia Universal

Descubrimiento de america

Descubrimiento de América

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El
descubrimiento de América se produjo gracias a los acontecimientos que
impulsaron el apoyo hacia los proyectos de navegación, como la conquista
del reino de Granada en 1492 con la rendición del rey Boab-dil en la
ciudad de Santa Fe, de esta forma le quedó libre el camino a Castilla
para adoptar una política agresiva que atajara los progresos obtenidos
por Portugal en la conquista del Atlántico y en los mercados del África
Negra.
Los Reyes Católicos estaban
dispuestos a ayudar a cualquier empresa de navegación que alcanzase los
objetivos que se proponían en su competencia con Portugal.
En
esas circunstancias, aparece ante los reyes un piloto y navegante
desconocido que promete villas orientales a cambio de una ilota con la
que viajar hacia Occidente, para llegar a Cipango y Catay (China y
Japón).

Cristóbal Colón

Cristobal Colon
Cristobal Colón
Se
cree que Colón nació en Génova, de donde en múltiples escritos afirmó
proceder, a pesar de que jamás se encontró papel escrito de su puño y
letra que no estuviese en castellano. La fecha exacta de su nacimiento
se desconoce, pero se calcula alrededor de 1451. Varias ciudades de
Italia se disputan su cuna. Se le ha considerado también gallego,
extremeño o catalán, y no faltan quienes afirman un origen étnico
hebreo.
Su convicción de que la
Tierra era redonda (aunque la creía más pequeña de lo que en realidad
es) y, en consecuencia, que el Atlántico tenía menos extensión, le
llevaron a ofrecer sus servicios a Juan II de Portugal y a presentarle
un proyecto de navegación hacia el oeste. Al consultar con sus asesores y
consejeros marítimos, el monarca recibió una rotunda negativa, dado que
Portugal se empeñaba en lo contrario, en encontrar un camino hacia
Oriente, siguiendo las rutas de ccircunnavegación de África hacia el
este.
En 1484 ó 1485, Colón solicitó
hospedaje en el convento de La Rábida, donde conoció a fray Antonio de
Marchena y a fray Juan Pérez, uno de los confesores de la reina Isabel.
Convenció a los frailes de la viabilidad de su empeño y fray Juan Pérez
lo puso en contacto con el prestigioso marino Martín Alonso Pinzón.
Éste, después de escucharle, se adhirió a la empresa.
Algunos
autores sostienen que Colón tenía la certeza de que existían tierras
hacia occidente, lo cual habría participado a fray Juan Pérez, quien a
su vez lo habría contado a la reina, suposición que explicaría la
diligencia de los reyes y el apoyo que prestaron a Colón.
En
1486 consiguió una entrevista con los Reyes Católicos, quienes
sometieron las ideas de Colón a dos consejos de expertos, uno en Córdoba
y otro en Salamanca. En el segundo le sonreirá la suerte, gracias a la
intervención de fray Diego de Deza, tutor del príncipe Juan, que apoyará
plenamente su tesis. Dos años vivirá bajo la hospitalidad del duque de
Medinaceli, terrateniente andaluz que quiso participar de la gloria que
intuía en la empresa. La reina, celosa de la exclusividad de la Corona
para auspiciar la tarea, decide acometerla por su cuenta. Pero, ante las
peticiones excesivas de don Cristóbal, rechazó el proyecto.
Colón
se retiró a La Rábida, con la decisión de marcharse de España. Pero el
prior del convento de Santa María escribió a la reina rogándole que
reanudara los tratos con el navegante. Colón regresó a Santa Fe para
entrevistarse con Isabel y nuevamente fracasaron las negociaciones.
Gracias
a la intervención de Luis de Santángel, escribano de la Corona de
Aragón, la reina aceptó las onerosas condiciones de Colón. Una vez
aprobadas por el rey Fernando, se firmaron las capitulaciones en Santa
Fe (abril de 1492), compromiso más que beneficioso para Colón quien,
según sus términos, de descubrir algo, se convertiría en el más rico e
influyente personaje del país. Sus ilusiones, ideas y enorme ambición le
convertirán en el Gran Almirante de la Mar Océana.

Los viajes del descubrimiento de América

La
Corona procuró dos carabelas que «encargó» a los vecinos de Palos de
Moguer por mandato real, así como también «solicitó» a las ciudades
costeras de Andalucía vituallas, abastecimientos y pertrechos militares
para la empresa. Se eximió a Colón del pago de derechos y se le concedió
la categoría de Embajador de Sus Majestades ante el Gran Khan.
No
resultó fácil al genovés reunir una tripulación. Para los marineros,
Colón era un desconocido con fama de iluso, por lo que les sorprendió el
respaldo que suponía la real cédula leída en la iglesia de San Jorge,
en mayo de 1492. Martín Alonso Pinzón prestó a don Cristóbal un apoyo
decisivo, gracias a la intervención de fray Juan Pérez y procuró la leva
de la tripulación para las tres carabelas, ya preparadas. En junio de
1492 comenzó el alistamiento.

Primer viaje

Con tres carabelas, la Pinta, la Niña y la Santa María
(esta última propiedad de Juan de la Cosa, quien embarcó en ella como
maestro o piloto), bajo el mando, respectivamente de Martín Alonso
Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón y del mismo Colón, se hicieron a la mar el 3
de agosto de 1492 en el puerto de Palos y se dirigieron hacia las islas
Canarias, donde recalaron para reparar algunos desperfectos de la Pinta y la Niña y para que Colón realizara algunas visitas antes de arrostrar el océano.
Continuaron
viaje el primero de septiembre desde Las Palmas, impulsados por vientos
alisios favorables. Dos incidentes notables ocurrieron en la lenta
travesía: la desviación observada en la aguja de la brújula (que
achacaron a la variación de la latitud), y el creciente nerviosismo de
los marineros, después de un mes de navegación sin resultados. La
inquietud se hizo crítica el 7 de octubre, poco antes de avistar tierra,
cuando ya indicaban su proximidad leños, pelícanos y plantas terrestres
flotantes. Colón y los hermanos Pinzón colaboraron para sofocar algunos
conatos de rebelión.
En la madrugada
del 12 de octubre, Rodrigo de Triana, lanzó el grito de ¡tierra! La
expedición arribó a una islita del archipiélago de las Lucayas o
Bahamas, que los naturales conocían por Guanahaní y que el marino llamó
San Salvador (probablemente la actual VVatling). Colón tomó posesión de
ella en nombre de la Corona de Castilla y Aragón, treinta y dos días
después de salir de las Canarias.
Tras
recorrer varias islas, en las que se detuvo poco, llegó el 27 de
octubre, guiado por las noticias recibidas de los arauacos, a una isla
mayor, Cuba. Desembarcó en el puerto de Bariay en el extremo oriental de
la isla, que bautizó con el nombre de Juana. A continuación, exploró la
isla de Santo Domingo, que denominó La Española. En ella pierde la Santa María
al encallar cerca de las costas septentrionales y con sus maderas
fabrica el fuerte al que nombró Natividad, en el cual dejó una pequeña
guarnición.
Colón inició el regreso a la Península el 16 de enero de 1493. La Pinta y la Niña
se separaron en el camino debido a una tempestad. Los hermanos Pinzón
llegaron en la Pinta a Galicia y el Almirante, en la «Niña» (que había
recalado en las Azores, donde tuvo dificultades legales con los
portugueses de las islas) arribó al puerto de Lisboa. Después de muchos
inconvenientes regresó a Palos, desde donde se trasladó a Barcelona,
para reunirse con los Reyes Católicos, que le recibieron como
correspondía a la magnitud de la empresa realizada.
Primer viaje de Colon
Primer viaje de Colón

Segundo viaje

Ante el éxito conseguido por el navegante genovés, los reyes, una vez obtenida la bula Inter caetera
del papa Alejandro VI, que ratificaba, de iure y ante Dios, la posesión
de las islas y tierras descubiertas en nombre de la Corona, se
apresuraron a organizar una segunda expedición ya que los portugueses se
disponían a preparar otra y a tratar de variar los términos de la bula.
El 7 de junio de 1494 se firmó en Tordesillas un tratado, por el cual
las nuevas tierras quedaban divididas por un meridiano a trescientas
setenta leguas al oeste de las islas Cabo Verde, base de los derechos
que reclamará Portugal para su colonia de Brasil. Toda la zona situada
al oeste de la línea pertenecía a España; la del oeste, a Portugal.
Colón
partió del puerto de Cádiz en su segundo viaje con una poderosa flota
compuesta por diecisiete naves el 25 de septiembre de 1493. Los navios
iban cargados de pertrechos, colonizadores y soldados, además de
animales domésticos y plantas europeas. La empresa contaba con doce
misioneros y con los célebres Antonio de Marchena, Juan de la Cosa,
Diego Colón, Alonso de Ojeda (conquistador de Santo Domingo), el padre y
un tío de fray Bartolomé de Las Casas y Juan Ponce de León, entre
otros. La expedición, financiada por el duque de Medina Sidonia, recaló
en la Gomera el 5 de octubre para proveerse de alimentos y agua. El
domingo 3 de noviembre Colón tocó tierra americana por segunda vez, en
una islita, a la que da por nombre Dominica y, posteriormente, en otras
islas que bautizó como Marigalante y Guadalupe, en honor de la virgen
extremeña. Descubrió la isla de Puerto Rico el 16 de noviembre del mismo
año, a la que llamó San Juan (los naturales la llamaban Boriquén).
Al
llegar a La Española, experimentó un profundo disgusto, pues encontró
el fuerte de Navidad incendiado y muertos sus moradores por las tribus
aborígenes, dirigidas por los caciques Caonabo y Guacanagi. Poco después
de fundar otro fuerte, La Isabela, recorrió la costa sur de Cuba y
denominó a sus innumerables cayos Jardines de la Reina. Convencido el
navegante de hallarse en las Molucas o Indias Orientales, descubrió
también la isla de Santiago (Jamaica).
La
expedición —una proeza náutica— se mostraba cada vez más como un
fracaso económico. Las duras condiciones del lugar, la escasez de
comodidades, los desmanes de algunos expedicionarios y la hostilidad de
los indios, le crearon muchos problemas al genovés.
Colón
decidió poner proa de vuelta a la Península, después de convalecer
durante cinco meses en el fuerte La Isabela, única colonia europea en el
continente americano por entonces. Reemprendió el viaje de retorno, en
medio de las dificultades y errores provocados por algunos abusos de los
colonizadores y del propio navegante. Nombró a Bartolomé Colón, su
hermano, Adelantado de la isla, y partió en la «Niña» el 10 de marzo de
1946. Después de un azaroso viaje, desembarcó en Cádiz el 11 de junio
con un grupo de indios que había encabezado el propio Caonabo (fallecido
durante la travesía). Los reyes le recibieron de buen grado y le
concedieron las mercedes que solicitó; Colón rechazó, sin embargo, los
títulos nobiliarios que le ofrecieron. A pesar de la mala fama que había
adquirido por el trato que daba a sus subordinados, pudo montar otra
expedición por cuenta de la Corona.
Segundo viaje de Colón
Segundo viaje de Colón

Tercer viaje

Colón
zarpó del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498 con
seis naves, hizo escala en La Gomera y, después de atrapar un bajel
corsario, se dirigió al Nuevo Mundo. Una vez atravesadas las zonas de la
calma chicha, que agotaron sus provisiones, avistó el 31 de julio una
tierra agreste, a la que impuso el nombre de Trinidad (que aún
conserva).
El día 1 de agosto desembarcó por primera vez en tierra
firme venezolana en las penínsulas de Paria y Cumaná, a las que
confundió con islas.

Remontó hacia La
Española donde conoció la despoblación del fuerte La Isabela y la
fundación de Santo Domingo, a orillas del río Ozama. Colón, muy enfermo
de gota y de oftalmía, se enfrentó a la rebelión del justicia Francisco
Roldán y se produjo un desorden general en la colonia que el almirante
no pudo evitar.
La Corona mandó al
comendador Bobadilla, quien acusó a Colón y le envió a España
encadenado, pero al llegar a la Península se le devolvieron sus
prerrogativas. Las medidas de Bobadilla quedaron anuladas y le sustituyó
en su cargo Nicolás de Ovando.
Colón
fue rehabilitado en sus antiguos privilegios, que se hicieron
extensivos a sus herederos, si bien no se le confirmó como virrey de
aquellas regiones, cargo que jamás volvió a recuperar, por lo que
renunció a ejercer el mando en La Española.
Consecuente
con su promesa de levantar un ejército para liberar los Santos Lugares
del domino turco, intentó de su propio peculio realizar una leva,
exaltado por su celo religioso y un profundo misticismo.
Pero
su afán descubridor le impidió poner el plan en práctica y, aunque
viejo, todavía enérgico, emprendió su cuarta y última aventura marinera,
convencido todavía de que las tierras por él descubiertas antecedían a
Asia, proponiéndose el descabellado plan de remontar el río encontrado
cerca de Trinidad, el Orinoco, hasta llegar al mar Rojo y, desde allí,
acceder a los Santos Lugares, para liberarlos de la opresión selyúcida.
Tercer viaje de Colón
Tercer viaje de Colón

Cuarto viaje

A
cargo del erario público una vez más, Colón armó cuatro naves (tres
carabelas y una pequeña embarcación) que zarparon de Cádiz el 9 de mayo
de 1502, con la recomendación de no acercarse a La Española salvo en
caso de mucha necesidad.
Pisó América
por postrera vez, el 13 de junio de 1502, en una isla que denominó
Martinino (Martinica), pero tuvo que dirigirse, muy a su pesar, a La
Española, donde Ovando le negó el permiso de atracar, por lo que hubo de
protegerse de un ciclón en Puerto Bello, en el occidente de la isla.
Ovando, ignorante de los consejos de Colón y de su experiencia en aguas
tropicales, se hizo a la mar y perdió veinte naves con sus hombres y
tesoros, incluidos los enemigos de Colón, Roldán y Bobadilla.
Desde
La Española, el almirante partió hacia Jamaica, en busca de un paso
hacia el océano índico. Atravesó los Jardines de la Reina y llegó a una
isla que bautizó como Guanaja, a unas cuarenta millas de la costa de
Honduras. Allí capturó una gran canoa cargada de ricos objetos de cobre y
armas que anunciaban una cultura más importante que las conocidas por
ellos hasta entonces, la del imperio maya.
El afán de Colón por llegar a la India le impidió prestar atención a
aquellos indígenas, que supuso pertenecían al imperio del Gran Khan.
Navegó
hasta el cabo de Gracias a Dios (entre Honduras y Nicaragua) y el istmo
de Panamá. Trató de colonizar la costa de Veragua, pero los mosquitos y
la hostilidad de los aborígenes se lo impidieron. Tras más de dos meses
de un mal tiempo que estropeó las naves y quebrantó la salud de muchos
hombres, el almirante recaló en una bahía a la que llamó Belén, y en
ésta intentó dejar una guarnición al mando de su hermano Bartolomé y
pedir refuerzos a la Península. Pero la agresividad de los indios le
obligó a reembarcar. Ante estos descalabros, volvió a Cuba en mayo de
1503. Después partió hacia Jamaica, donde le recibieron pacíficamente y
permaneció allí durante un año. Su falta de salud y los abusos de su
gente le crearon infinidad de problemas. Los indios le cortaron el
suministro de víveres, pero lo volvió a conseguir astutamente al
anunciar un eclipse que conocía de antemano.
El
tardío socorro desde La Española llegó en junio de 1504. Colón
permaneció en Santo Domingo hasta que una expedición lo condujo a
España, el 7 de noviembre de 1504, tras mil penalidades y un fuerte
ataque de gota que lo postró. A los pocos días fallecía su protectora,
la reina. Colón acudió a ver al rey en Segovia, sede de la Corte, en
mayo de 1505. Murió el 20 de mayo de 1506 en su quinta de Valladolid, en
medio del olvido general y en la creencia de que había descubierto el
camino occidental hacia las Indias y el Gran Khan, sin percatarse de que
se trataba de un enorme continente intermedio, completamente nuevo y
desconocido.
Cuarto viaje de Colón
Cuarto viaje de Colón
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